Christian Gálvez enseña un tatuaje oculto del plano del lugar que le marcó de por vida

De las muestras públicas de afecto de Christian Gálvez a su mujer, la también presentadora de Telecinco Patricia Pardo, se desprende que el que fuera conductor de Pasapalabra ha encontrado el amor verdadero. Lo que no queda claro es si esperaba también sentirse tan embelesado por Galicia, la tierra natal de esta.

De hecho, Santiago de Compostela, de donde es natural la presentadora, fue la ciudad escogida por el también escritor para presentar su último libro, que lleva por título Te he llamado por tu nombre, y cuyo protagonista se llama Jacob, en “homenaje a Santiago”, tal como ha confesado en una reciente entrevista con La Voz de Galicia.

Una charla en la que reveló, además, que lleva un tatuaje oculto del plano del lugar que le marcó de por vida, la Alameda de Compostela, donde se comprometió para siempre con Patricia Pardo: “Es un sitio vinculado inexorablemente a Patricia. Ella, de niña, vivía cerca, en la rúa da Senra, una calle también próxima adonde sus padres tenían una de sus tiendas de ropa de mujer. Estudiaba en el IES Rosalía de Castro. Toda su infancia transcurrió en la Alameda que, para mí, es uno de los lugares más especiales del mundo”.

“Me tatué su plano porque ahí, en julio de 2022, los dos nos pedimos matrimonio. Fue una madrugada, en el banco que circunda al gran eucalipto, ante la mejor vista de la Catedral. Un punto exacto que en el tatuaje aparece marcado con un punto rojo… Me lo hice de sorpresa en un estudio, ya cerrado, de la rúa Carreira do Conde mientras Patricia grababa una gala para el Xacobeo... Cuando ella lo vio, alucinó y le fascinó”, agrega riendo. “Ese mismo julio nos casamos en Madrid”.

Descubrimiento tardío

Sin embargo, pese a que las señales parecían llevarle a Compostela, tardó en visitar la ciudad, por la que tiene “casi arraigo”: “De Santiago, más allá de por su valor histórico y religioso, me cautivó descubrirlo a través de los ojos de Patricia. Hasta la pandemia no había venido”, cuenta.

“Ya desde que había estudiado en Escocia, y me había acercado a la cultura celta, tenía la espinita de conocer Galicia. Durante el confinamiento, mi productora hizo un documental sobre Patrimonio de la Humanidad en España. Yo tenía que escoger dos ciudades y mi primera opción fue Santiago… Aun así, en esa ocasión, me quedó un sentimiento agridulce. Era increíble poder admirar en silencio la espectacularidad de la Catedral, pero, al estar todo vacío —estuve solo, con mi equipo, en el Pórtico—, no me sentía un privilegiado. Faltaba la gente. Algo que aprendí en casa, y entiendo, es ese sentimiento compostelano de ver cómo la Catedral, ahora con colas, ya no es solo de la ciudad, sino también del mundo. Aun así, lo que da personalidad a un sitio son los ciudadanos, y los de aquí son muy riquiños”, dice.

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