Alain Delon cumple su última voluntad y es enterrado junto a sus perros

Todavía llora el séptimo arte al eterno muchacho francés de ojos azules. La muerte de Alain Delon, último vestigio de la época dorada del cine galo, el pasado 18 de agosto conmocionó a todo el país y despertó los lamentos y mensajes de apoyo en cualquier esquina del planeta en la que un cinematógrafo haya logrado proyectar una imagen. El presente fin de semana termina de agitarse la mano en su dolorosa despedida: este sábado ha sido enterrado en su propiedad de Douchy (Loiret).

El enterramiento ha tenido lugar a través de una pequeña e íntima ceremonia privada que apenas contó con cincuenta personas, entre las que se encontraban los retoños de Delon: Alain Fabien, Anouchka y Anthony. Así era la voluntad del intérprete, que supieron cumplir dejando de lado las rencillas familiares de los últimos meses. En una entrevista que concedió en 2018, Delon afirmó, al hilo de los grandes funerales y homenajes póstumos que reciben grandes actores, que él quería que se le enterrase “como a todo el mundo, pero sobre todo no como a esas personas”. Sólo tenía una condición: que se le enterrase junto a sus perros. Y así ha sido.

Loubo, una voluntad a medias

Tanto el funeral como el entierro se han llevado a cabo en los terrenos de la mansión de Loiret, donde residía el actor desde hacía varias décadas y donde, además, murió. En torno a una pequeña capilla que él mismo mandó levantar y junto a todos sus perros; según recogen medios locales, unos 35 canes reposarían junto al actor. Sólo hay un perro que todavía no lo hace. Loubo, su último animal y, curiosamente, uno de los firmantes —a modo ceremonial— de la carta difundida por los hijos del actor para comunicar su muerte.

Delon quería que se sacrificara también a Loubo, pero el destino del pastor belga malinois no cumplirá todavía su voluntad, tal y como ha divulgado una fundación protectora de animales que, curiosamente, tiene como líder a la icónica Brigitte Bardot, amiga íntima de Delon y otro de los rostros inmortales del cine francés.

No se trató de una voluntad caprichosa. Al revés. Delon tenía bien atado su funeral, en el que tampoco podía haber teléfonos móviles, y ya había logrado conseguir los permisos necesarios por parte de la delegación de Gobierno para que se pudiera realizar en el jardín de su mansión y no en otro sitio.

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