Un psicólogo explica el motivo número uno de discusión en las parejas, y no es el dinero: “Puede importar más que lo que dices”
El especialista Mark Travers revela que las disputas no son por los hijos, la crianza o el sexo, sino que la clave está en cómo se dicen estas cosas las personas.


Las discusiones de pareja son una realidad común en la mayoría de las relaciones amorosas. Aunque muchas personas creen que una relación ideal debe estar libre de conflictos, la verdad es que las diferencias y desacuerdos forman parte natural del vínculo entre dos personas. Estas conversaciones, aunque a veces incómodas, pueden ser una oportunidad para entender mejor al otro, fortalecer la comunicación y crecer juntos como pareja.
Reconocer que las discusiones son inevitables ayuda a normalizarlas y a buscar maneras saludables de enfrentarlas, promoviendo un ambiente de respeto y empatía donde ambos miembros puedan expresarse y encontrar soluciones en conjunto. Y es que, de hecho, de acuerdo con el psicólogo Mark Travers, el principal motivo de disputa en las parejas no tiene que ver con el dinero, los hijos y su crianza o el sexo, como se pudiese pensar, sino con la propia forma de abordar estos problemas.
“Tras años de investigación y la experiencia de mi propio matrimonio, la respuesta es mucho más sencilla: el tono de voz. No son los platos en el fregadero ni la factura de la tarjeta de crédito sin pagar. Es cómo se hablan entre sí sobre esas cosas lo que crea tensión”, apunta Travers. “Basta con un cambio sutil en el tono (un suspiro, poner los ojos en blanco o un tono de voz más agudo) para que una pregunta sencilla como ‘¿Sacaste la basura?’ o ‘Claro, lo que tú digas’ suene como una acusación”.
Qué dice la ciencia
Travers se basa en la ciencia también para llegar a esta conclusión, apoyándose en un estudio que dice que, cuando interpretamos mensajes, solo una pequeña parte proviene de las palabras. Es decir, prestamos más atención al lenguaje no verbal: las expresiones faciales, la postura corporal y, especialmente, el tono.
“Cuando discutimos con alguien a quien amamos, el tono suele predominar porque conlleva una carga emocional. Un tono cortante puede sonar a reproche. Uno monótono, a indiferencia. El sarcasmo, a desprecio. A menudo no recordamos las palabras exactas que se dijeron en una pelea. Pero sí recordamos cómo sonaba nuestra pareja y cómo nos hizo sentir”, describe Travers.
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Para el psicólogo, es fundamental saber escucharse y reconducir las conversaciones con frases como “Perdón, no quise que sonara tan brusco. Déjame decirlo de otra manera”, “Me doy cuenta de que sonó mucho más duro de lo que pretendía. Lo que intento decir es…” o “Espera, no me gusta cómo salió. Déjame intentarlo de nuevo”. “No tiene por qué ser dramático, pero sí honesto. Eso significa reconocerte en lugar de fingir que no pasó nada. Con la práctica, esta honestidad se vuelve más fácil: desarrollas la fuerza al darte cuenta de tus deslices, reconocerlos rápidamente y luego reformularlos. Estos pequeños ajustes demuestran a tu pareja que eres consciente de ti mismo y pueden detener una discusión antes de que se convierta en una bola de nieve”, apunta Travers.
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