David Summers y Christine Cambeiro se casan: así será la fiesta

Suenan campanas de boda con tañidos de los ochenta. Tras regresar David Summers de una gira por Estados Unidos, y recién sopladas las velas de su 60 cumpleaños, el líder de Hombres G acapara, junto a su pareja, Christine Cambeiro, profesora de inglés y 17 años más joven, todas las portadas al confesar para ¡HOLA! que la intención de sellar su amor para siempre es más que una mera voluntad: se han casado en el Ayuntamiento de Madrid en una boda civil y preparan una celebración el próximo mes de julio al estilo Old Hollywood, claro guiño a la noche neoyorquina en la que ambos se conocieron.

Acudirán a la fiesta del enlace familiares, amigos y personas cercanas a los dos; también acudirán los otros tres miembros del grupo de rock y, sobre todo, sonará Frank Sinatra —es ampliamente conocida la devoción que siente el artista hacia el mítico cantante norteamericano—. Habrá mucha música. “Vamos a tener hasta Big Band, que no puede ser de otra manera siendo la boda de un músico”, confiesa Christine para la citada revista.

“Un amor de película”

Su relación empezó a escribirse una noche de 2017 en el club Copacabana de Nueva York. “Yo estaba de gira con Hombres G y Christine vino ese día al concierto. Después del show, nos presentaron”, recuerda el cantante, quien reconoce que aquello empezó “solamente como amigos” y que, finalmente, “el destino ha hecho que estemos juntos y más felices que nunca los dos”. La historia de su noviazgo empieza como pudiera hacerlo cualquier comedia romántica americana de los noventa y, precisamente, dará un paso más allá —la boda— como pudiera hacerlo cualquier celebración romántica americana de los cincuenta.

“Un amor de película”, dice Summers a la citada publicación, matizando que “es una historia de amor bonita, diferente” y que, en realidad, “ha sido una relación que ha nacido gracias a la música, a la que debo todo”. Tal es el sano delirio que el artista siente por la circunstancia y hacia su pareja que, confiesa, la idea de casarse ha sido suya, fundamentada en que, básicamente, está “loco por ella” y “quiere pasar el resto de mi vida a su lado”: “Nos hemos comprado una casa con la intención de estar juntos para siempre. Quiero que sea mi mujer, mi compañera”.

Será este inmueble un nuevo templo de amor y, como no podía ser de otra forma, de música. “A partir de ahora, las fiestas en mi casa se van a convertir en las mejores de Madrid”, avisa Summers. Por lo pronto, advierte, la siguiente en su jardín será la de la propia boda. Los hombres irán en esmoquin, dice. Y ante la pregunta de si cogerá el micrófono, no sólo asiente, sino que, además, vaticina alguna sorpresa. Por el momento, tañidos ochenteros.

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