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Belén Rueda, sobre el duelo tras la muerte de su hija: “El dolor tienes que llorarlo”
La intérprete asegura que debió aprender a vivir con el dolor, señala la importancia de la comunicación y rechaza el olvido como vía de escape.
Cuando una persona permanece décadas en la élite del cine nacional puede resultar difícil imaginar que, como todo el mundo, tiene una vida detrás de la gran pantalla. Fue esta y no otra la esencia que supo captar Vicky Martín Berrocal en Belén Rueda, última invitada de su podcast A solas con...; sobre cine, amor y otras esquinas de la existencia hablaron las dos, sinceras y cercanas, llegando incluso a tocar uno de los temas más duros y delicados en la vida de la actriz: la pérdida de su pequeña hija María.
Era 1997. El bebé falleció por una cardiopatía cuando tan sólo contaba con once meses de vida, iniciando un episodio de dolor, un duelo cuya dificultad es de fácil imaginación y cuya comprensión resulta, a efectos prácticos, imposible de completarse. De este episodio no se ha pronunciado larga y extensamente por lo íntimo y complicado del asunto. Hasta ahora.
“Pasas por fases. Al principio es negación absoluta de que eso haya ocurrido, tienes la sensación cada día que te levantas de que va a estar, de que no puede ser verdad”, asegura, intentando poner palabras al folio en blanco: “Te enfadas y tienes mucha rabia contra todo el mundo en general, piensas que es injusto porque no es natural”.
Los días más difíciles
Uno de los puntos más desgarradores de aquello fue comunicárselo a su hija Belén, que entonces tenía 3 años porque, razona con filosofía, “a esa edad los niños no entienden la totalidad”. “El ‘nunca volverá' no les sirve, al día siguiente te preguntan dónde está. Entonces te das cuenta más profundamente de la injusticia de algo así”, cavila, diciendo que “no pasa eso si a lo mejor es un abuelo el que ha cubierto su faceta de vida y desaparece”; en ese caso “no preguntan de la misma manera”.
Las diferentes formas de vivirlo hicieron de aquella misión una tarea emocionalmente imposible. “Piensan que les va a ocurrir a ellos también y tienen ansiedad de que los abandones. Porque ellos lo interpretan como un abandono”, termina de esbozar lo que no se puede dibujar para, entonces, ahondar en la idea de la balanza rota: “Así que continuamente ves a tu alrededor esos sentimientos injustos y estás enfadado con el mundo”.
“Ella sigue conmigo, pero de otra manera”
La clave, la comunicación. “Ahora, el duelo hay que pasarlo, y la única forma de pasar el duelo es hablándolo. De verdad, no hay otra”, manifiesta sobre la solución para comunicárselo a la pequeña. En cuanto a ella, tuvo que aprender a lidiar con la oscuridad para poder abrazar la luz: “El dolor tienes que llorarlo, pensarlo, tener rabia, otros días ilusión... Pero hay una frase muy bonita que leí: ‘Ten cuidado con que tu alegría no sea de cristal y tu dolor de hierro’. Es una frase que te explica que el dolor tienes que sentirlo, tienes que vivirlo, es necesario expresarlo, compartirlo, vivirlo sola...”.
Al poco tiempo murió su padre, y, aunque asegura que no fue a terapia cuando faltó su hija, aquello le hizo pensar que era “demasiado”: “A veces crees que la vida se te va contigo...”. Aquel ejercicio de saber llevar el dolor debía hacerlo, dice, con sumo cuidado: “Cuidado con alargarlo demasiado porque sientas que estás traicionando a esa persona que físicamente ya no está contigo. Porque hay otra cosa que es verdad: ella sigue conmigo, pero de otra manera”.
Tuvo claro la intérprete que no se trataba de cerrar la herida, sino de curarla y asumirla como una parte más de la piel; ella lo hizo no dejando de imaginarse jamás a su hija junto a ella: “No me olvides sufriendo. O no me olvides por las cosas alegres. Vive por mí, que yo no he podido”.
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