Alves sabía lo que hacía pese a ir ebrio
Las peritos contratadas por el futbolista han tenido que admitir que el jugador sí era consciente de sus actos, pese a haber bebido, lo que no han podido demostrar.
La defensa de Dani Alves sigue insistiendo en el atenuante del consumo de alcohol para tratar de reducir la condena por la investigación que la mantiene en prisión provisional desde el 20 de enero del año pasado, tras ser denunciado por una mujer que le acusa de haberla agredido sexualmente en el baño del reservado de la discoteca Sutton de Barcelona la noche del 30 de diciembre de 2022, cuando ella tenía 23 años.
A la tercera jornada del juicio, que comenzó el lunes 5, acudieron dos psicólogas contratadas por el futbolista, quienes han intentado demostrar que el jugador había bebido, pero finalmente han tenido que admitir que el brasileño “sabía lo que estaba sucediendo”, aunque estuviera ebrio.
Las psicólogas contratadas en calidad de peritos por la defensa de Alves han asegurado que pudieron “corroborar” o había “evidencias” de que la noche de la presunta agresión el futbolista estaba ebrio, para lo que han hecho referencia al ticket del restaurante donde cenó con tres amigos —en el que constan vino y whisky— y las cámaras de seguridad de la discoteca Sutton, donde aparece tomando champagne.
Se desconoce la cantidad de alcohol ingerida
No obstante, al no haber pruebas de alcoholemia a Alves, las psicólogas contratadas por este en calidad de peritos han declarado que no podían saber “la cantidad concreta que tomó”. Además, al compartir la mesa con otras personas, se desconoce qué consumió cada una. Y de la discoteca solo existen las pruebas de las imágenes donde se ve cómo le rellenan la copa.
“Se relacionaba con personas que no conocía y abrazaba, que es ilógico en él, había descoordinación motora, parece como que se caiga”, han apuntado las psicólogas de la defensa del jugador.
Un testimonio que Ester García, abogada de la acusación particular, ha intentado desmontar para evitar que el consumo de alcohol sirva de atenuante, y las peritos han terminado por admitir: “Claro que podía distinguir el bien del mal, porque no tenía alteración de la realidad”.
Según estas, tenía “las capacidades cognitivas levemente afectadas”, pero sabía lo que estaba ocurriendo.