A la venta la lujosa villa de Raffaella Carrà en la Toscana: tres casas y vistas al mar

Fue por muchos considerada la ‘reina de la televisión italiana’, una de las figuras mediáticas más importantes de las últimas décadas en el país mediterráneo y todo un icono de la cultura pop que, además, guardó una relación muy especial con España. Rafaella Carrà, la eterna sonrisa femenina de Italia, falleció en 2021, paralizando a toda la industria televisiva, cinematográfica y musical y dejando tras de sí un legado inimitable, un torrente de letras que brotaba —en muchas ocasiones— de sus frecuentes escapadas a la villa de la Toscana, en Monte Argentario, donde huía del ruido de Roma.

Este complejo sale ahora a la venta por decisión de sus herederos, cuya identidad permanece en el anonimato por la decisión de la artista de preservar la intimidad de su testamento. Aunque probablemente serían Federica y Matteo quienes habrían recibido la villa tras el deceso, lo que no ofrece duda es que la gestión de la misma recaía sobre la inmobiliaria Lionard Luxury Real State, que ahora muestra al mercado una auténtica joya arquitectónica, cultural e histórica.

Un diamante en el Tirreno

La villa nació en la mente de Giò Pomodoro, reconocido artista y escultor, que se encargó, mirando a una colina vacía de Grosseto, de dibujar y diseñar la finca. Frente al monte, vistas al mar y a la isla del Giglio. La casa principal tiene una superficie superior a los 700 metros cuadrados, repartidos en tres plantas y edificada con piedra de la zona que busca crear un juego de luces con esculturas repartidas por toda la estancia. El hogar de descanso de Carrà era, en realidad, una caja óptico-escultora.

El inmueble cuenta con el mismo número de habitaciones que de baños —siete, cada uno—, sala de relajación, gran salón con chimenea y gimnasio; en el plano gastronómico, destaca la cocina con despensa y dos bodegas de estilo toscano. El techo tiene forma abovedada y ofrece un curioso esparcimiento y disposición de formas que se ven rematadas con las terrazas que asoman de la fachada y desde las que se otea de manera panorámica el horizonte.

Rodea la casa un terreno de seis hectáreas colmado de olivos y lavanda, plagado de viñas y en el que se mezcla el aire del valle italiano con el olor a salitre de la costa. Un discreto helipuerto culmina los detalles del vergel radiante en el que la artista pasó el confinamiento. El complejo cuenta con una segunda villa repartida en dos alturas y que cuenta con una superficie de 236 metros cuadrados, con tres dormitorios y tres baños, que funciona como casa para invitados o personal.

Una tercera villa, más cercana al mar y con dos grandes habitaciones —con sus dos baños— completa el retrato del paisaje. El precio de salida de este lugar de ensueño, que representa el ideal mediterráneo por excelencia, está previsto que ronde los dos o tres millones de euros, aunque la inmobiliaria mantiene esta cifra bajo secreto. Otro enigma más en el Mare Nostrum: un diamante en el Tirreno.

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