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TENIS | US OPEN

Daniil Medvedev y el US Open, una gran historia de amor y odio

El tenista ruso de 27 años ha tenido varios enfrentamientos con el público y con los jueces de silla desde 2019 y este año ataca al torneo por culpa del calor.

Daniil Medvedev sufre por el calor durante su partido contra Rublev en el US Open.
TIMOTHY A. CLARY | AFP
Nacho Albarrán
Nació en Madrid en 1972. Se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense. Entró en AS en 1996 para documentar partidos de fútbol y estuvo en Cierre antes de encargarse, durante cinco años, de la delegación de Asturias. Después formó parte del equipo de Ediciones y fue redactor de Baloncesto. Desde 2017 se ocupa del tenis día y noche.
Nueva York Actualizado a

La historia de amor y odio entre Daniil Medvedev y el US Open empezó hace tres años, cuando el ruso demostró que podía ganar un Grand Slam. En la final de 2019 estuvo cerca, tras igualar una desventaja de dos sets y estar con un break arriba en el quinto contra Nadal, pero el español evitó la remontada. Días antes, en la tercera ronda, cuando jugaba contra Feliciano López, se convirtió en enemigo del público estadounidense cuando fue abucheado por abroncar a un recogepelotas que le traía una toalla. Ese gesto le costó la sanción del juez de silla, el francés Dumusois, luego tiró la raqueta y le hizo una peineta a los espectadores. Tras ganar, entre silbidos, dijo: “Cuanto más lo hagáis, más ganaré”.

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Su pundonor en la final le devolvió en parte el respeto de los seguidores. Pero al curso siguiente, en el partido en el que fue derrotado por Thiem, a la postre campeón, la tomó con el mismo auxiliar de aquel duelo contra Feli, que le señaló un warning por marcar un bote en la pista del rival. “¿Qué pasa, que no eres inteligente? ¿El US Open es una broma?”.

Después de dos ediciones más o menos tranquilas, el moscovita, alabado ganador en 2021, volvió al ataque este año. Cuando jugaba contra O’Connell la emprendió a una aficionada que estaba de pie: “¿Eres estúpida o algo?”. Y tras ganar a Báez dio las gracias a los que no habían “gritado en el primer y el segundo servicio”, pero señaló a una persona. “No sé si tendrá novia o mujer, pero no podrá dormir porque el tipo no parará de decir ‘vamo, vamo, vamo’. Lo siento por él”. El miércoles, día de mucho calor y humedad, en pleno duelo contra Rublev, espetó: Va a morir un jugador y ya verán”.

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