TENIS | ROLAND GARROS

La odisea de ver un entrenamiento de Alcaraz en París

La organización del torneo restringe la entrada y el tiempo que pueden estar los periodistas en el centro Jean Bouin.

Carlos Alcaraz, en Roland Garros.
EMMANUEL DUNAND | AFP
Nacho Albarrán
Nació en Madrid en 1972. Se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense. Entró en AS en 1996 para documentar partidos de fútbol y estuvo en Cierre antes de encargarse, durante cinco años, de la delegación de Asturias. Después formó parte del equipo de Ediciones y fue redactor de Baloncesto. Desde 2017 se ocupa del tenis día y noche.
París Actualizado a

Son las 12:00 del mediodía cuando un grupo de periodistas españoles intenta entrar en el centro de entrenamiento Jean Bouin para ver el entrenamiento de Carlos Alcaraz, en la víspera de su partido de semifinales de Roland Garros contra Jannik Sinner, que también está en el recinto peloteando con un sparring. Pero la organización del torneo restringe tanto la entrada como el tiempo que puede pasar la prensa en las instalaciones anexas al complejo del Grand Slam francés. De modo que no queda más remedio que esperar, porque solo se entrega un número reducido de brazaletes, alrededor de una decena, que se cambian por la acreditación, para poder seguir las sesiones de trabajo de los tenistas.

Así se hace imposible que todos los medios de comunicación puedan ver cómo practica Alcaraz, al que ayuda su hermano Álvaro, mientras Juan Carlos Ferrero, su entrenador, dirige las operaciones, en compañía del resto del equipo. El tiempo es estancia de los reporteros se limita a 25 minutos y no se puede sobrepasar, porque un guardia de seguridad se encarga de avisarles de que tienen que abandonar el Jean Bouin cuando termina. Algunos compañeros solo pueden ver los cinco últimos minutos, con cierta vergüenza, porque no hay brazaletes libres y dependen de la salida de otros para ponerse alguno de ellos y pasar.

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Esto no ocurre en ninguno de los otros tres Slams. En Australia, Wimbledon y el US Open no hay límite ni de acceso ni de tiempo, y todos los periodistas son libres de asistir a los entrenamientos y poder contárselos a los lectores. Los jugadores querían cierta privacidad y se respeta, pero lo cierto es que, al menos en el caso de Alcaraz, no le importa que sus compatriotas se sienten a verle practicar e incluso saquen fotos o vídeos, algo que prohíbe el torneo, porque entiende que es su trabajo y en el tenis, todo el mundo es compañero.

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