Carlos Alcaraz alcanza las 20 victorias en Roland Garros

Fue un partido raruno el de Carlos Alcaraz este miércoles en Roland Garros. Se esperaba un duelo interesante entre el español y Fabian Marozsan, que le había ganado hace dos años en Roma, también sobre tierra batida. Y empezó frío, como el ambiente, lluvioso en París, con el techo de la Philippe Chatrier desplegado para cubrir la pista y las gotas repiqueteando sobre él. Alcaraz barrió al húngaro en el primer set, moviéndole de un lado para otro. La cosa iba para victoria plácida, pero en la segunda manga se invirtieron los papeles. El que corrió fue Carlos y las fuerzas se igualaron. Por suerte para él, después resolvió la situación más o menos rápido para ganar por 6-1, 4-6, 6-1 y 6-2 en 2h09 y sumar su victoria número 20 en Roland Garros.

El viernes, en la tercera ronda, se enfrentará al bosnio Damir Dzumhur, que pese a sufrir una torcedura en la rodilla izquierda, pudo con el sacador francés Giovanni Mpetshi Perricard (7-6 (4), 6-3, 4-6 y 6-4 en 2h49).

“Empecé muy bien, en el primer set tenía mucha confianza. En el segundo, él comenzó a jugar mucho mejor, más agresivo y no falló nada, así que fue un poco difícil lidiar con su juego. Pero muy feliz por mantenerme fuerte, por refrescar en el tercero y empezar a jugar mejor y mejor; he estado muy bien en los dos últimos sets”, analizó Alcaraz, que es el primer tenista nacido este siglo que llega a la veintena de triunfos en el Grand Slam francés y el sexto de la Era Open (desde 1968) que lo consigue antes (20-3) igualado con su entrenador, Juan Carlos Ferrero, y con Gustavo Kuerten, y por detrás de Rafa Nadal (20-0), Bjorn Borg (20-1), Jan Kodes (20-1), Jim Courier (20-2) y Mats Wilander (20-2).

Encantado con la Chatrier

El vigente campeón tenía ganas de jugar de nuevo en la central, tras haber debutado el lunes contra Giulio Zeppieri en la Suzanne Lenglen. Por aquello de competir con la placa de la huella del ídolo Nadal acostada en uno de los lados de la cancha. “La Chatrier es una pista preciosa y tengo que disfrutarlo, solo pensar en eso cuando salgo, en jugar un buen tenis y hacer a la gente feliz, por eso disfruto jugando. Me encanta, he tenido cosas geniales en esta pista, también momentos malos de los que he aprendido. Se adapta muy bien a mi tenis", apuntó. Y no le costó recuperar la sensación de grandeza del terreno. De hecho, su golpeo fue potente y preciso en los primeros juegos. Así dirigió los intercambios a placer ante un Marozsan que no estaba sacando bien y se topaba con muchos y buenos restos del murciano. Sin embargo, en la segunda manga se activó y a Carlos le pasó lo contrario. Se paró un poco de piernas y no llegó bien a los tiros de Fabian.

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Después, el prodigio de El Palmar se puso serio, recuperó el tono y la fuerza de su golpeo y se llevó por delante a un oponente que no terminó nunca de creer realmente en sus posibilidades. En la guerra de dejadas que se esperaba entre dos especialistas, el húngaro hizo más 24, por las 17 de Alcaraz, pero no siempre le dieron resultado, aunque sí hicieron más vistosos los puntos de un encuentro, por lo demás, discreto que terminó con el vigente campeón cantado ese tema taurino que están tan de modo en Roland Garros y en otras muchos torneos: “Po-po-po-po-po-po-po-po-ro-ro, ole”.

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