Sabalenka encuentra el premio de su primer título de Grand Slam
La bielorrusa de 24 años añade por fin un título de Gran Slam a su brillante carrera tras vencer en tres sets a la campeona de Wimbledon, la kazaja Rybakina.
Aryna Sabalenka lleva instalada entre las 11 mejores jugadoras del mundo desde 2018 y hasta ahora acumulaba en su palmarés 11 títulos, pero ninguno de Grand Slam. Este sábado encontró el premio a todo el trabajo de una brillante carrera en la final del Open de Australia, la primera que disputaba en la categoría después de haber jugado otras tres semifinales (Wimbledon 2021 y US Open 2021 y 2022). La bielorrusa de 24 años remontó para vencer en tres sets (4-6, 6-3 y 6-4) y 2h28 a la vigente campeona de Wimbledon, Elena Rybakina.
“Estoy temblando, aún muy nerviosa. Es un honor recibir el trofeo de alguien como Billie Jean King, gracias por todo lo que hiciste por nosotras. Espero volver a enfrentarme a Elena muchas veces, ojalá que en finales de Grand Slam”, dijo Aryna, la sonrisa perenne del circuito, siempre risueña. Se lo merecía, porque su trayectoria en lo poco que va de 2023 es espectacular: 11 victorias y 22-1 en sets, con dos títulos, Adelaida 1 y Open de Australia. Se había impuesto a la kazaja de 23 años, que sale de Melbourne por primera vez en el top-10 (10ª), en sus tres anteriores enfrentamientos, resueltos en tres mangas. Y supo imponer su impresionante despliegue ofensivo (51 golpes ganadores) ante el poder del saque de Rybakina (hizo uno a 195 km/h), a la que superó finalmente también en aces (17-9) en un duelo de pegadoras.
“Tengo el equipo más loco del circuito. Hemos pasado por muchos altibajos este último año. Hemos trabajado mucho y merecéis esta copa más que yo”, agradeció Sabalenka, que vuelve a ser número dos del mundo y es la 15ª ganadora diferente de Slams desde que Serena Williams ganó su 23º y último en 2017, precisamente en la Rod Laver Arena.
A Sabalenka se le escapó el primer set por culpa de las dobles faltas (cinco) que tantos quebraderos de cabeza le han dado durante su carrera y que ha logrado minimizar con mucho esfuerzo y la ayuda de un ingeniero biomecánico. Una de ellas le costó encajar el primer quiebre, por otras dos no pudo salvar el segundo. No obstante, sacaba mejor, al menos con mejores porcentajes que Rybakina, una tenista que depende muchísimo de ese apartado del juego y de sus buenas defensas.
De menos a más
En la segunda manga ese aspecto le dio alas. Solo sufrió en su primer turno de servicio. Los otros los resolvió sin encarar puntos de break. E incluso pudo resolver el parcial antes, porque tuvo dos pelotas de set con 5-3 al resto. En el tercero tuvo cerca la rotura en el quinto juego, en pleno despliegue de winners muy estéticos, maravillosos. La encontró en el séptimo. Y cerró el mayor triunfo de su vida con sufrimiento, tras desperdiciar tres match-ball, uno por otra doble falta, la séptima suya, otro por una derecha que se marchó fuera y el último por un mal revés. El cuarto se lo regaló Rybakina con una derecha larga. Tendida en el suelo, lloró de emoción. No era para menos, acababa de recibir la recompensa que tanto tiempo había estado esperando. “Espero volver más fuerte el año que viene, que veáis mejor tenis y me apoyéis aún más”. Así, entre risas, se despidió de un público que la adora… aunque sea bielorrusa.