Fernando Vicente: “Rublev acumula un estrés tremendo”
El entrenador de Rublev, que ganó tres títulos como jugador y jugó siete Open de Australia, habla sobre el ruso, que se mide este miércoles (09:30, Eurosport) con Djokovic.
Fernando Vicente (Benicarló, 45 años) es el entrenador de Andrey Rublev desde 2017. El extenista español se sienta con AS en la previa del partido de su jugador contra Novak Djokovic en los cuartos de final del Open de Australia (madrugada del miércoles a las 9:30, Eurosport), y no oculta que tiene problemas de temperamento dentro de la pista. Fuera de ella, le considera “un gran chico”. En la academia que dirige en Gavá, 4 Slam, también se prepara a menudo Karen Khachanov, semifinalista en Melbourne, a quien entrena otro español, Pepo Clavet, y al que también ve “para ganar el torneo”.
¿Cómo empezó su relación con Andrey?
Este es mi séptimo año con él. Llegó a Barcelona hace siete años. Yo había dejado a Marcel Granollers, porque necesitaba un tiempo de familia después de muchos años, y en Barcelona tengo una academia (4 Slam Tennis) junto con Galo Blanco (agente de Rublev en Kosmos) y otro socio. Me quedé ahí y Galo entrenaba a Karen Khachanov. Andrey era más o menos de la misma edad, un año menos, y estaba buscando entrenador. Entonces llegó a la academia. Vino para probar y yo no lo tenía claro tampoco, pero empezamos un par de semanas y lo vi con tantas ganas de dedicarse realmente al tenis… Empecé a trabajar con él y hasta el día de hoy.
¿Y qué método utilizó con él, cuál era la filosofía de la academia?
Cuando la gente habla de filosofía no entiende que lo que hay que hacer es acoplarse al jugador que tienes. Al final no puedes tener una filosofía igual para uno que para otro. Miras un poco todo. Qué técnica tiene, qué golpes, las condiciones físicas… y luego, según eso, tú desarrollas al jugador. Yo a Andrey no lo puedo hacer jugar como juega Alcaraz o cómo juega Batista. Cada uno tiene su estilo y debe ir mejorando cosas, donde hay debilidades.
¿En qué ha evolucionado más Rublev desde que usted lo cogió?
Es que vino muy verde. Entonces cada año ha ido mejorando. Si le echas horas, al final el tenis son repeticiones. También lo mental. Es imposible no mejorar. Cualquier persona, sea mala o buena, da igual, llega un momento en que se estanca, porque realmente sí que hay límites. En el caso de Andrey ha ido mejorando cada año, pero en la parte mental es donde todavía no está a la altura. Y en la física, yo creo.
¿Qué es lo que para usted le hace más especial, un top-ten?
El tío es muy competitivo (dice dando golpes en la mesa), lo que le pasa que pierde los nervios o termina llorando, como contra Rune. Llora de la rabia que tiene por dentro. Él entrena como compite, que eso es buenísimo, porque al final está acostumbrado a querer ganar cada set de entrenamiento. A veces incluso le digo (en español), ‘tío, relájate, juegas en dos días’, y va a muerte con todo. Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Hay que intentar tener un equilibrio para no desgastar energías cuando no te toca. Pero bueno, tiene todo para mejorar todavía.
¿Es difícil manejar el fuerte temperamento que tiene (suele gritar, tirar raquetas, perder los nervios...)?
Fue mejorando en ese aspecto, pero los dos últimos años diría que ha empeorado. Ha estado en muchas reuniones con el tema de Rusia, lo del veto de Wimbledon. Muy estresado con el asunto de la familia. Yo no tengo ni idea de política, pero les ha afectado a todos. Él estaba más nervioso de lo normal por eso, así que este año vamos a ver si podemos dar un pasito adelante en ese sentido. Tenemos otro entrenador que hemos fichado ahora, Beto Martín, que estudió psicología. Y bueno, vamos a intentar mejorar cositas. No es fácil por el temperamento que él tiene, no obstante bueno, ahí vamos.
¿Trabajan el aspecto psicológico entonces?
Él está haciendo ejercicios, le ponemos algunas tareas (Fernando saca una carpeta transparente de su bolsa, en la que se ve un folio con gráficos sobre oscilaciones que marcan la cantidad de estrés que tiene su jugador). Le hacemos que vaya señalando donde va fallando, cuando está muy pasado de vueltas, cuando intenta volver a la zona donde él es competitivo, y entonces él escribe donde cree que falla y lo va memorizando y acordándose, porque a veces con el estrés que lleva ni siquiera se acuerda. Es tremenda la cantidad de estrés que él va acumulando en momentos donde está mal durante el partido. A veces no hay tiempo porque la competición no se para nunca y es difícil trabajar de manera constante con un psicólogo.
¿Le ha afectado bastante el conflicto de Rusia y Ucrania?
A cualquier persona le dices que no puede ir a trabajar y a lo mejor te dice, fenomenal, pero a él le gusta tanto que le revienta no poder competir (en Wimbledon). Con la Copa Davis, lo mismo. Piensa, ¿qué hago sin la raqueta? Él no está para mandarlo de vacaciones. Es un problema. Porque quiere entrenar todo el día, quiere mejorar, lo que, por otro lado, es una maravilla.
La gente que a veces, en alguna pista, le increpa por ser ruso. ¿A usted qué le parece?.
Le ha pasado aquí (en Melbourne). En realidad, no le molesta. Hay 2.500 banderas de Ucrania y a él le da igual, lo que quiere jugar al tenis, si le molestara o afectara a su juego, sería un problema. Él dice que solo es un tenista. Nadie quiere guerra. Entre los hombres, en el vestuario todos entienden la situación, porque da igual que sea Rusia, mañana puede pasar con otro país. La idea es no mezclar el deporte con la política. Si mañana España está en guerra con Portugal o Marruecos, Alcaraz qué, ¿no juega al tenis? Es un tema político que ellos no pueden controlar.
¿Cómo es Rublev fuera de la pista?
Es un diez. Es fantástico. La imagen que tiene la gente de él dentro de la pista no tiene nada que ver con la de fuera. Es superabierto, se relaciona con todos. En Barcelona, en el club que tenemos, sale con los niños de la academia a cenar, con los del bar. Es superfácil de estar con él.
Cuando ganó a Rune, dijo que nunca había podido superar un partido como ese, ¿puede ser para él un punto de inflexión?
El año pasado, en casos como ese, ya pensaba que había perdido el partido. A veces le pasa. Incluso en un primer set que le hacen el break, y entonces se vuelve loco. Y eso es lo que intentamos trabajar, el mantener el lenguaje corporal de decir, bueno, todavía tengo una opción. Deja que el otro cierre el partido, no se lo pongas tan fácil, porque a veces el estrés que llevaba le jodía mucho. No es que tire el partido, él siempre lucha, pero como le va tan rápido la cabeza, piensa, seguro que no, seguro que no. Esta vez se comportó hasta el final y por eso le pudo dar la vuelta. Claro, en otros partidos, en el US Open contra Tiafoe, se puso a llorar y ya ni jugó.
¿Lo que le falta para dar el salto que lo convierta en ganador de Grand Slam o Masters 1.000 es la mentalidad y el físico?
Más que un tema físico, es más una cuestión de ojo. Los rusos entrenaban para pegarle muy fuerte y tenían problemas desde pequeños cuando la pelota no les venía, cuando iba a los lados. Todo lo que son cosas de mano, de correr, de cambios, no le sale natural, es muy forzado. Andrey es fuerte físicamente, de corazón, su problema es más de habilidad, de reacción y feelings (sensaciones). La parte defensiva. Siempre hay margen de mejora.
O sea, están trabajando mucho en que tenga más conocimiento del juego…
Este año casi no hemos tenido pretemporada. Ha sido un desastre, porque se terminó muy tarde la anterior temporada y hemos venido muy temprano (el 27 de diciembre). El tenis al final se está convirtiendo un en no parar. No tenemos ni vacaciones.
Y ahora llega el reto de Djokovic, que parece haber cogido ya la forma pese a su lesión.
Si juega como contra De Miñaur… Me puse el partido y estuve por apagar la tele. Así no se puede jugar con él. Te resta, te saca. Tienes que estar demasiado bien durante mucho rato. Andrey siempre va a tener oportunidades, pero va a ser un partido muy complicado.
Le ganó una vez…
En su país (en la final del ATP 250 de Belgrado). Pero no hubo partido. El otro no estaba aquel día. No estaba de cabeza. Aquí va a estar seguro. Entonces va a ser complicado.
¿Cómo se organizan para vivir y entrenar?
Él reside en Moscú, va viniendo cuando antes de los torneos, unos días antes, y luego nos vamos a competir. Es como una relación de pareja. Prácticamente, comparto casi el mismo tiempo con Andrey que con mi mujer. Es lo que toca.
¿Han llegado a un nivel de confianza tan alto como para gritarse o tener broncas?.
Gritar no me gusta. Yo soy bastante pacífico. A mí que me griten… Yo agarro y me voy. Eso a mí no me gusta. Es para otro tipo de entrenadores, amigos de gritar. Yo sé elegir los momentos en los que él está abierto. Ya conozco la forma de procesarlo. Cuando él termina un partido, le doy la mano, le saludo y me voy para el hotel. Luego quedo con él para cenar, porque es el momento. Él tiene que hacer sus cosas. Ya sabemos darnos espacio, pero luego nos encontramos.
¿Cuántos jugadores y jugadoras hay en la academia?
Tenemos 35 jugadores fijos. Se puede decir que son todo de élite, porque hoy en día los padres pagan en una academia para que su hijo se convierta en profesional. Hay diferentes niveles, como en todo, niños de diez, de 12, de 14. Antes teníamos más mayores, pero cada vez empiezan más pequeños, porque la gente está obsesionada con empezar antes y para mí es contraproducente. Karen (Khachanov) viene cuando hay temporada de Europa, porque él reside en Dubai. Vienen unos días antes (el jugador y su entrenador, Pepo Clavet) y entrenamos muchos con él.
¿Usted se implica mucho con 4 Slam?
A full. Cuando viajaba el otro chico, Abraham (González) con Andrey, las 15 semanas que yo estaba en Barcelona me pasaba todo el día en academia. Por eso he acabado petao. Es jodido. No es fácil, porque empalmaba con torneos, y luego, de 8 a 4 en el club cada día.
¿A Khachanov cómo lo ve?
Lo veo jugando bien. No es que tenga suerte. El otro día iba 6-0, 6-0 con Nishioka. Está jugando como para ganar el torneo. La verdad que lo veo muy bien.
Hubo un momento en que parecía invisible, por detrás de Medvedev, Rublev y Karatsev…
Karen empezó ganando en París Bercy (2018) y parecía que estaba para el top-10, y luego los otros lo pasaron. Pero no quiere decir que se relajara. Sí que es verdad que tuvo un pequeño bajón, pero va a estar otra vez arriba por nivel.
Y usted, ¿qué aspiraciones y sueños tiene como entrenador?
El objetivo claro, es ganar un torneo grande. Al final si Andrey gana un Masters 1.000 este año, pues genial. Si no lo gana tampoco pasa nada. Al final, la idea siempre es ganar los torneos que se correspondan con el ranking que tiene, aunque firmaría ganar un Grand Slam, pero es que está muy jodido, muy difícil. Hay jóvenes viniendo por atrás y él va para los 30. Están Shelton, Sinner, Rune, que tiene 19… Está tapado por arriba y por abajo vienen tocando los huevos. Entonces se complica. Él tiene que estar preparado para enganchar dos semanas buenas. Y luego esto que ha hecho esta gente (Nadal, Federer y Djokovic) es de otro nivel. Ahora está todo muy igualado. Andrey había perdido dos primeras rondas, en Adelaida, contra Bautista y Kokkinakis, que saca a 220 y no te deja jugar. Y mira, ahora está en cuartos.
¿Cómo recuerda su yo jugador?
Nosotros no éramos profesionales, no había muchos entrenadores, entonces andábamos todos perdidos. Yo jugaba y mi padre no dejaba de trabajar para verme. Mi padre iba al banco todos los días. Y ahora los padres se meten en la pista. Eso es lo que más molesta un poco a los entrenadores. Pero, experiencia tenemos. Hemos jugado partidos en pista grandes. En mi caso, Andrey me ha ayudado a mejorar también como entrenador, porque tiene una cabeza diferente a la mía y entonces uno agarra un poquito de todo. Te vas acoplando también a las mentes, porque no es lo mismo entrenar a un español que a un ruso. Intentamos ayudar a ir mejorando.
Aquí ganó a Todd Martín, que era número nueve…
Sí, me acuerdo, pero nosotros no teníamos la mentalidad de ahora. Por lo menos yo me arrepiento de no haber invertido en un equipo más serio, porque no se viajaba con fisios, por ejemplo. Prácticamente eras autodidacta. Ahora ya está todo más profesionalizado. Yo me arrepiento de eso, pero no supe cómo hacerlo.
¿Le llena como profesional del tenis estar con Rublev?
Cuando dejas el tenis, tienes como una depresión, llega un vacío. Sin embargo, yo rápidamente empecé con Marcel Granollers y la verdad es que lo disfruté un montón. Luego estuve con la Federación de Canadá y luego abrimos la Academia. Siempre he estado moviéndome y ahora con Andrey, pues ha sido genial. Me hacía ilusión, porque era un chico joven, estaba 150 o por ahí cuando vino y empezamos de ahí para arriba, pero tampoco me esperaba de entrada que llegaría tan arriba. Lo he ido disfrutando, no obstante he pasado tres años malos mentalmente con la pandemia, ha sido terrible todo. Más allá de lo que iba ganando, lo pasaba mal. Si daba positivo, él quedaba descalificado. Entonces yo no iba a ningún lado, doble mascarilla, todo el tiempo estresadísimo. Ha habido momentos de todo tipo: cuando gana ni estoy muy contento, porque sé que mañana quiere más, y cuando pierde, tampoco me vengo abajo, porque sé que él siempre se deja la piel. ¿Te decepcionas un poco? Sí, pero lo bueno es que ya estamos trabajando al día siguiente. Es un trabajo chulo.