Nadal vence al tiempo para meterse en octavos de Madrid
El español de 37 años gana al argentino Cachín (29) en un partido resuelto en tres sets y 3h04. Este martes se mide con el checo Lehecka.
Todo apuntaba a una despedida más o menos rápida de Rafa Nadal en el Madrid Open. Pero el ganador de 22 Grand Slams competirá en la capital de España al menos un día más, y ya irán seis desde que inició su 20ª participación en el torneo contra Darwin Blanch. Al joven estadounidense de 16 años le ganó sin despeinarse (6-1 y 6-0 en 64 minutos). Después pudo con Alex de Miñaur, 10º favorito, en un partido mucho más exigente (7-6 (6) y 6-3), que duró 2h02. Y este lunes venció a Pedro Cachín y al tiempo, en un duelo que se resolvió en tres sets (6-1, 6-7 (5) y 6-3) y 3h04. Una prueba importante de cara a Roland Garros, donde los encuentros se disputan al mejor de cinco mangas.
El caso es el que el homenaje madrileño a Nadal se pospuso de nuevo, hasta este martes, jornada en la que el tenista español de 37 años se enfrentará (segundo turno de la sesión de noche, sobre las 22:00 horas, Teledeporte y Movistar+) por primera vez a Jiri Lehecka, checo de 22 años y 31º del mundo, que pudo con el brasileño de la previa Thiago Monteiro (6-4 y 7-6 (7) en 2h01). La duda es si el hecho de estar tantas horas en pista le pasará peaje físico a Rafa, sin un día de descanso de por medio, ante un rival mucho más joven y menos exigido. Lo bueno es que no dio señales de excesiva fatiga ni de problemas musculares.
Pocos tenistas son capaces de transmitir sensaciones cómo las que regala Nadal. Desde un primer set excelente, que perfectamente podría haber sido el de un partido suyo de hace cinco años, con esa maestría para aprovechar cada palmo de la pista de tierra batida, abriendo ángulos con su drive endiablado y ese revés cruzado tan mejorado con el paso de las temporadas. Bien de piernas, incluso, ante un Cachín que creció con el paso de los minutos, cada vez más inteligente e incisivo, de tal manera que le puso cuesta arriba a Nadal un partido que parecía tener muy encarrilado.
Resistencia
En modo a prueba de errores, el bueno de Pedro, que había llegado a Madrid en racha de 15 derrotas consecutivas y fue capaz de ganar a Ofner y a Tiafoe para enfrentarse al balear, hizo una magnífica segunda manga. Y aunque le dio el tembleque a la hora de cerrarla (“Entré al partido con más miedo del que imaginé. Él tiene un aura que trasciende”, reconoció después), tuvo arrestos para asegurarla en el desempate, al que llegó tras dilapidar un claro 4-1 ante el empuje de un Nadal motivado, que celebraba con pasión sus puntos y que salvó antes dos tantos de set.
Faltaba ver cómo respondería físicamente el manacorí en un choque largo y duro. Y la respuesta llegó en el primer juego del tercer parcial, con un quiebre de salida a su favor. Y aunque después se enredó y perdió su servicio en el cuarto, volvió a romperle el saque a Cachín para ponerse 3-2 arriba. Todo era cuestión de concentración y de resistencia. Lo normal era que su adversario hubiera prevalecido en ese aspecto. Sin embargo, Rafa aguantó, como un titán ante un persistente enemigo, muy digno, que vendió cara la derrota, certificada en un último turno al resto maravilloso de su ejecutor, que mantiene una impresionante marca (162-1) en tierra contra rivales de fuera del Top-50 desde 2005, con una única derrota ante Horacio Zeballos en Viña del Mar 2013. Si está sano, veremos a Nadal en París y, quizás, más de lo esperado en la Caja Mágica, contra los rivales y contra el tiempo.
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