Medvedev no cede: cuarta final seguida en cinco semanas

No hay quien pueda con Daniil Medvedev. El ruso de 27 años y número seis del mundo acumula 19 victorias consecutivas (38-5 en sets), en 32 días, tres continentes y cuatro países. Nadie le gana desde San Valentín, el pasado 14 de febrero, el día de los enamorados. Frances Tiafoe, un tenista que ya no es solo peligroso por su portentoso físico, tampoco pudo. Medvedev le ganó por 7-5 y 7-6 (4) en una hora y 46 minutos y jugará el domingo (23:00, Movistar Deportes) su cuarta final seguida (primera en el Masters 1.000 de Indian Wells) en cinco semanas contra Carlos Alcaraz (domina por 1-0 al español). El último que logró un hito semejante fue Andy Murray, ganador en Pekín, Shanghái, Viena y París en 2016, aunque el británico se saltó una semana para entrenarse.

Pase lo que pase, el reciente campeón en Róterdam, Doha y Dubái volverá el lunes al top-5. Cuando inició su fenomenal racha estaba en el puesto 11. Este será su 31º partido por el título de un torneo ATP en 25 diferentes, en busca del 19º trofeo de su palmarés, todos en campeonatos distintos. “Creo que acabé un poco cansado y el final fue un poco loco. Pero estoy feliz de haber manejado la situación para no perder. Me veo cada vez mejor, aunque están no sean las mejores condiciones para mí. Tendré algunos nervios en la fina, porque cuando más grande es el torneo, más nervioso te pones”, dijo Daniil.

Tiafoe no había perdido ni un set en todo el torneo y no más de cuatro juegos en las ocho mangas que había ganado. Esos dos logros tocaron a su fin contra Medvedev. En el primer parcial, el moscovita estuvo intratable al servicio. Solo cedió tres puntos. El bueno de Frances no quería entrar en intercambios largos, con razón, e intentó sacar a Daniil de su zona de confort. El problema es que ahora mismo es muy complicado incomodarle, porque también brilla en el juego corto, responde muy bien al revés cortado y cubre la pista de manera increíble cuando los puntos se estiran, también cerca de la red, y falla muy poco (12 errores no forzados). Además, tiene ese puntito de suerte que le hace casi invencible. Con un drive de bote pronto que le entró tras tocar en la cinta, produjo su primer quiebre. Se disculpó y Tiafoe, en broma, le lanzó una bola al cuerpo después que casi le pega en sus partes más íntimas. Con la misma habilidad con la que se merienda a sus rivales, esquivó el golpe antes de sentenciar el set con su saque.

Final imprevisto

Medvedev continuó con su implacable marcha y rompió de nuevo el servicio de Tiafoe, el de mayor calidad de los cuatro semifinalistas, según la ATP. Lo hizo con una banana shot (hizo otro casi al final del encuentro), de fuera a dentro, al estilo Nadal. Lo que le faltaba. Al resto, el americano no inquietaba, perdía los juegos casi siempre en blanco. Y tras salvar los muebles en el 3-2 al levantar un 15-40 para mantenerse con dignidad en el partido, trató de ser más agresivo. Con respuestas más profundas y subidas encontró su primer punto de break. No lo convirtió y parecía abocado a una derrota exprés, pero una doble falta de Medvedev cuando servía para ganar le dio vida. Acto seguido encajó una nueva rotura, aunque se encontró luego con otra a favor y forzó el desempate. Pero nada, ni salvar siete match points, impidió que perdiera por quinta vez en otros tantos enfrentamientos contra el Oso, que lo celebró resoplando, como quien no quiere la cosa.