TENIS | MASTERS 1.000 CINCINNATI
Alcaraz se pone serio
El prodigio de El Palmar, tras su temprana caída en Montreal, arrolla a McDonald (6-3 y 6-2 en 65′) y se medirá con Marin Cilic en octavos.
Puños cerrados, gesto de rabia y celebración contenida, pero suficiente para liberar un mar de tensión. Una victoria que vale por dos. Carlos Alcaraz, tras arrollar a Mackenzie McDonald (6-3 y 6-2), ya está en octavos del Masters 1.000 de Cincinnati, donde se medirá con el croata Marin Cilic, que ganó al finlandés Emil Ruusuvuori (6-4, 6-7 (5) y 7-5 en 3h:17). Lo normal atendiendo a la temporada del prodigio de El Palmar, 4º del mundo. Una exhibición de esas que Carlitos ya había normalizado, pero que recupera su valor real después de la temprana caída en Montreal. “Fue la primera vez que no pude manejar la presión. Sólo puedo decir que tengo que entrenar y estar listo para hacer frente a esta presión y aprender a manejarla”, reflexionaba el murciano tras caer ante Tommy Paul. De las palabras a los hechos. Alcaraz se pone serio.
Todo proceso de aprendizaje tiene sus altibajos. Sus caídas y sus subidones. El equilibrio, siempre, es la fórmula que se busca. Es conocida, pero pese a ello cuesta encontrarla. En territorio estadounidense, Charly ha arrancado siguiendo el mapa correcto. Sin grandes alardes ni florituras, pero con mucha madurez. Con una victoria exprés de muchos quilates, pero que transmitió con sencillez. Sin una celebración de más, sin un golpe de menos. De hecho, Alcaraz no alzó su puño hasta el 3-2 del segundo set, cuando, con un juego en blanco, sintió que era el momento. De ahí, al break definitivo, con alguna pincelada del verso libre que también es: 26 golpes y derechazo, resto imponente, subida a la red y tercera ronda.
Pim, pam. Visto y no visto. 65 minutos que ya habían arrancado con aviso. De salida, Carlitos, con el orgullo tocado, le recordaba a McDonald, ya derrotado en Indian Wells, el jugador que tenía delante. Rotura y a gestionar la renta, que no siempre es sencillo. Esta vez, sí. Sobre todo, desde el fondo de la pista, desde donde el jugador murciano cogió el timón. Apartó sus particulares dejadas para arrinconar al estadounidense. Atrás, atrás, atrás. Sin tiempo para pensar. Mackenzie, 72º del mundo, que sólo ha sido capaz de ganar dos partidos seguidos tres veces este año, no respondía. Buscaba puntos rápidos ahogándose en su propia red. “Quien entre en una pista a jugar contra Carlos no sabrá cómo salir de la isla Alcaraz”, anunciaba una pancarta del público. Y así se sentía McDonald.
Líder en victorias (43-8)
Y, sin ir más lejos, así se han sentido la mayoría de los jugadores que este curso se han enfrentado a Alcaraz, pese a sus últimas derrotas en Canadá y en las finales de Umag, frente a Jannik Sinner, también verdugo en octavos de Wimbledon, y de Hamburgo, ante Lorenzo Musetti. El balance de victorias-derrotas del talento español está en un majestuoso 43-8, siendo ya el tenista con más triunfos de la temporada (uno más que Stefanos Tsitsipas). En Masters 1.000, con los títulos de Madrid y Miami, en 16-3. En pista dura, sobre la que ha empezado a recuperar el norte, que conduce al US Open, 13-3. “En las primeras rondas, tienes que luchar contra tus oponentes y, por supuesto, contra ti mismo. Obviamente, fue difícil manejar esos momentos sabiendo que no estoy jugando al cien por cien. Fue una pelea conmigo mismo”, añadía Charly en suelo canadiense. En Estados Unidos ya va ganando.