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TENIS | DAVID JORDÀ

Una sorpresa en el tenis español: “Sufrí cuatro operaciones y teletrabajé mientras competía”

David Jordà habla con AS tras lograr su primera victoria ATP, en Estoril, con 29 años. Paró por las lesiones y se quiere dar “una última oportunidad”.

Una sorpresa en el tenis español: “Sufrí cuatro operaciones y teletrabajé mientras competía”

“Cuando consigues victorias como esta, supongo que empiezas a estar en el radar”, dice David Jordà, que habla con AS después de lograr su primer triunfo en un cuadro ATP, este miércoles en Estoril. Lo consiguió como lucky loser y a los 29 años, algo sorprendente. “Detrás hay historia, sí”, anticipa antes de desgranar su trayectoria deportiva y vital, marcada por las lesiones. En el torneo portugués, en el que venció a una de las mayores esperanzas del tenis local, Jaime Faria (como Jordà, en su primer cuadro ATP, pero con 20 años), el catalán recogió los frutos de una apuesta valiente. Después de cuatro operaciones (nunca ha podido jugar más de un año y medio seguido), de parar su carrera y de hasta teletrabajar mientras competía, el 31 de enero, recibió su última nómina del Nàstic de Tarragona, en el que compaginaba el tenis con el departamento de recursos humanos. Quería darse “una última oportunidad”. Y le está llegando.

“Ha habido muchos parones”, resume Jordà, caracterizado por su altura (1,98 metros) y su gran saque, un perfil poco habitual en el tenis español. “A los 18 años, empecé a jugar en Futures. Después de un año, me lesioné y me tuve que operar del hombro derecho dos veces. Estuve dos años y pico apartado de las pistas. Luego, decidí volver, jugué un año, me puse el 600 y algo en el ranking y me volví a lesionar. Tuve una caída jugando y, entonces, me destrocé el hombro izquierdo. Me tuve que volver a operar y estuve parado otra temporada”, empieza David, que, tras tanto infortunio, decidió abandonar el camino hacia la élite. “Me costaba mucho seguir. Mentalmente, estaba completamente fundido”, recuerda.

Graduado en Administración y Dirección de Empresas (ADE), Jordà empezó a trabajar en el Nàstic, con el que aún mantiene una gran relación. “Me dieron la oportunidad de poder ir a jugar, que es algo que no te permiten en cualquier lado. Me trataron de forma excepcional y hoy mismo me han mandado mensajes el director general, el presidente, los jugadores... me siguen y se lo agradezco mucho. Viví el mundo de la empresa y me di cuenta de que el tenis es una pequeña parte. La vida real es dura. La del tenista, también, pero tenemos que estar agradecidos”, reflexiona. Mientras, no dejó de entrenar ni de competir por completo, “a otro ritmo”, pero los problemas físicos volvieron a aparecer. “Me lesioné de la muñeca izquierda y me tuve que operar. Pase por el quirófano por cuarta vez. Aquí, ya... vi que todo se me complicaba mucho. Como tenía la vida ordenada, porque había estudiado y tenía otro camino, sin embargo, estaba tranquilo”, avanza David en su relato.

A por el top-100 sin patrocinios

Todo cambió hace dos años, después de la pandemia. A Jordà le entró el gusanillo de nuevo. “Era complicado, pero quería darme una última oportunidad. Competía una semana y estaba tres sin hacerlo para poder trabajar. En seis meses, subí en el ranking, me veía competitivo y tenía la espina clavada de no haber podido jugar nunca más de un año y medio seguido. Siempre me había roto”, sigue. En 2022, acabó el año como 580º del mundo y ganó su primer ITF, en Madrid. El año pasado, aceleró. “Empecé a teletrabajar mientras jugaba para poder ir a más torneos. Terminé como 320º”, destaca sobre una temporada en la que también consiguió el M25 de Gurb (Vic), el trofeo más importante de su palmarés. Con 17 años, antes de empezar con todo el calvario de lesiones, ya fue subcampeón de España en categoría júnior. Entonces, con la selectividad como objetivo principal, sólo entrenaba “tres o cuatro días a la semana por las tardes”.

Ahora, por primera vez con un equipo y una estructura de entrenamientos plenamente centrada en el tenis, quiere asaltar el top-100 del ranking (es 296º virtualmente). “Me veo con buen nivel. En los últimos meses, todos los partidos que he perdido han sido ajustados. Si no tuviera el objetivo de estar entre los cien mejores, no haría lo que estoy haciendo. El objetivo es ese. Sería un sueño”, asegura. De momento, eso sí, lo perseguirá con su “aspecto de dominguero”. “No tengo patrocinadores de nada, sólo para el cordaje, a través de Solinco. No tengo nada más”, dice Jordà, que juega “con las raquetas de una marca y el raquetero de otra”. La camiseta y los pantalones se los dio un amigo que sacó una marca de ropa cuyo logo es un mono con casco. “Hace seis años me regaló varias prendas y me pongo las que me quedan”, dice entre risas. Es el look de una victoria que pareció llegar de la nada, pero con mucha historia detrás.

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