Rune salva cuatro puntos de partido para revalidar título en Múnich
El danés, tras su derrota en la final de Montecarlo, se impone a Botic van de Zandschulp para conquistar de nuevo el que fuera su primer trofeo ATP.
La reacción de Botic van de Zandschulp, seguramente, fue la que hubiera tenido cualquiera tras perdonar cuatro puntos de campeonato. Sentado en el banquillo, le soltaba golpes a todo lo que podía: raqueta, bolsas, botellas... Holger Rune, mientras tanto, tras haber resistido en los límites tanto de lo físico como de lo tenístico, volvía a levantar los brazos en Múnich (6-4, 1-6, 7-6(3) en 2h52), donde, hace un año, conseguía su primer título en el circuito. También contra el neerlandés. Sólo unas semanas antes de aquello, se imponía en el Challenger de San Remo; ahora, ya cuenta con cuatro títulos ATP.
Cada vez, más importantes. Entre ellos, consta un Masters 1.000, el de París, con valor doble tras vencer a Djokovic en la final. La semana pasada, además, rozaba el segundo, en Montecarlo, donde desperdició un 4-1 y bola de break frente a Andrey Rublev. “Me siento muy mal, sinceramente”, decía tras desaprovechar la oportunidad. Hoy, se lamía las heridas. “Siempre juego con el propósito de mejorar”, decía estos días en Alemania. A sus 19 años, como Alcaraz, sigue dando pasos hacia la élite absoluta. Ya es 7º en el ranking, por delante de Sinner o Auger-Aliassime. No tiene intención de frenar. Su carácter se lo impide.
Van de Zandschulp ya lo ha sufrido dos veces. Dos derrotas en dos finales. Múnich, ese lugar maldito para el neerlandés. “Es más doloroso que el año pasado”, lamentaba. Para añadir más drama a su saco, hoy servía hasta tres veces para estrenar su palmarés ATP. Y llegó a estar 2-5 y 40-15 en el tercer set, cuando Rune ya había sido atendido en varias ocasiones por fisios y médicos. Por un lado, por problemas en su brazo derecho; por el otro, por una torcedura de tobillo. El neerlandés se desesperaba y el danés resistía, apoyándose en su poderosa derecha y mucha imaginación. En ese mismo 2-5, dejaba uno de los puntos del año: resto, derecha cortada, revés cortado, derecha cruzada, otra, revés cortado, golpe entre las piernas, passing neutralizado y revés par finalizar. Y a seguir.
Al límite
“Me sentía agotado, pero luché hasta el final e hice todo lo que pude para volver al partido. Creo que para el público fue la final perfecta. Realmente, nos empujamos al límite y estoy muy feliz de haber defendido el título hoy. Era el último partido y el último empujón, así que tratas de encontrar la manera. Eso podía ayudarme un poco a no sentir tanto el dolor”, celebraba Rune, que no había perdido nunca un set en Múnich hasta hoy. En torneos de tierra ATP 250, está impoluto, con nueve victorias y ninguna derrota. Este domingo, estuvo a centímetros de ella, pero la esquivó. Es un jugador nervioso, hasta histérico, pero no suele nublarse en lo tenístico. Y empieza a tener la experiencia de los campeones: ya sabe defender sus fueros.