Alcaraz prueba que es un todoterreno: a la final en Queen’s
El español de 20 años somete a Korda para alcanzar su primera final sobre hierba. Ya ha jugado 10 en tierra y cuatro en dura. Su rival será De Miñaur.
Siendo sinceros, seguro que pocos pensaban que Carlos Alcaraz jugaría la final de Queen’s este sábado (14:30, Movistar+) a la vista de los problemas que evidenció para moverse sobre la elegante pista central de hierba del ATP 500 británico en su partido de primera ronda contra el repescado francés Arthur Rinderknech. Ni siquiera él, que no se sentía favorito, ni mucho menos, según expresó. Pero el español de 20 años y número dos del mundo se las arregló para sobrevivir y desde entonces, su nivel en esa superficie tan complicada ha aumentado exponencialmente.
Lo demostró de nuevo este sábado con un triunfo rotundo ante el estadounidense Sebastian Korda (6-3 y 6-4 en 81 minutos) que le pone por primera vez en el partido por el título de un torneo que se disputa sobre césped (ya ha jugado 10 en tierra y tres en dura). Lo negociará este domingo (14:30, #Vamos/Movistar Deportes 2) contra el australiano Alex de Miñaur (24 y 18º), que se deshizo con más facilidad de la esperada (6-3 y 7-6 (2) en 1h40) del danés Holger Rune (6º).
Alcaraz ha demostrado esta semana que es un todoterreno y que hay que tenerlo en cuenta en Wimbledon, donde podría competir como cabeza de serie número uno si sale campeón de Queen’s, ya que recuperaría el liderato por tercera vez, en detrimento de Novak Djokovic. Pase lo que pase, su temporada es fantástica. Ha jugado, con esta, ocho semifinales en nueve eventos disputados. Esta es su sexta final en 2023, ganó cuatro (Buenos Aires, Indian Wells, Barcelona y Madrid) y perdió la de Río, por culpa de una lesión. En total, ya suma 14 (10-3). Djokovic le apartó de la pelea por el trofeo en Roland Garros y no pudo estar en el Open de Australia por el contratiempo físico que sufrió poco antes durante un entrenamientos.
Dificultad e inteligencia
No lo tenía fácil Charly ante un rival, Korda, que se encontraba de maravilla en Londres. El primer semifinalista estadounidense allí desde Sam Querrey en 2012 no había perdido un set en tres partidos, con 35 saques directos (sumó otros nueve con seis dobles faltas). Pero se encontró con un oponente crecido, que es capaz de dominar de fondo por su potencia de golpeo y porque le ha ido cogiendo el aire a la hierba a fuerza de ser listo, mover bien al contrario y subir con seguridad, no demasiado, cuando se lo permite el servicio. En la variedad está el gusto, como se suele decir, y eso lo aplica el murciano a su juego, una mezcla de drives poderosos, reveses cortados, dejadas y alguna que otra fina volea cuando se aventura a acercarse a la red. Pero lo que marca la diferencia es su velocidad de bola. Eso y la magia que tiene. Prueba de ella fue el punto con el cerró el partido, un sutil toque con la derecha, a bote pronto y desde abajo, para pillar a contrapié al americano de 22 años y 32º, que será 25º el lunes, su mejor puesto.