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Tenis | Shanghái

El sabio Djokovic ve hueco

Pese a sus problemas físicos, el serbio vence a Munar manejando el partido con maestría. Al cuartofinalista más mayor de un Masters 1.000 le espera Bergs.

Novak Djokovic celebra su triunfo contra Jaume Munar en el Shanghai Masters.
ALEX PLAVEVSKI
Nacho Albarrán
Nació en Madrid en 1972. Se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense. Entró en AS en 1996 para documentar partidos de fútbol y estuvo en Cierre antes de encargarse, durante cinco años, de la delegación de Asturias. Después formó parte del equipo de Ediciones y fue redactor de Baloncesto. Desde 2017 se ocupa del tenis día y noche.
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Pese a sus 38 años y a los problemas físicos que conlleva competir al máximo nivel con esa edad, más si cabe en las duras condiciones de calor y humedad de un evento como el de Shanghái, Novak Djokovic sigue siendo un animal competitivo, capaz de manejar partidos como el de este martes, ante un muy buen Jaume Munar, con una maestría sobrecogedora. El cuartofinalista más mayor de un Masters 1.000 (supera a Roger Federer) venció al español por 6-3, 5-7 y 6-2 en 2h41 para disputar la antepenúltima ronda del torneo chino por 11ª vez en otras tantas participaciones. El jueves se enfrentará al emergente Zizou Bergs. El belga de 26 años y 44º del mundo levantó dos match points ante el canadiense Gabriel Diallo para imponerse por 3-6, 7-5 y 7-6 (8) en 2h48.

Djokovic elige muy bien sus batallas y en Shanghái, eliminado ya Jannik Sinner y ausente Carlos Alcaraz, ha visto un hueco por el que intentar conseguir el que sería su quinto título allí, 41º en una categoría en la que ostenta también los récords de victorias (417), semifinales (79) y finales (60). Solo se le resiste, aún, el de cuartos, que sigue en poder de Rafa Nadal, con 99, por los 97 del balcánico.

Veteranía

Por eso hizo un esfuerzo notable para acabar con la resistencia de Munar, recurriendo a sus infinitos recursos, no solo tenísticos, sino también de saber estar y gobernar en la pista. Empezó a hacerlo cuando, después de hacer break en el cuarto juego, paró el encuentro para ser atendido por aparentes molestias en el muslo izquierdo. El ritmo estaba siendo alto y, de esa manera, lo cortó. Después dio una clase magistral sobre cómo mantener la ventaja y cerrar un set, sacando bien, subiendo a la red, trazando sin errores las direcciones y tratando de evitar los intercambios largos, mientras le hacía efecto en antiinflamatorio que había ingerido.

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La segunda manga la jugó con bravura Munar, acostumbrado a las pugnas largas y complicadas. El mallorquín no tuvo que afrontar ni un punto de break en contra y encontró dos, el primero mediado el parcial y el segundo, para cerrarlo de manera brillante, con un passing ganador que dejó literalmente tirado en la pista a Djokovic. Después de que le tomaran las constantes vitales, con signos de agotamiento, el titán de Belgrado, listo como él solo, salió a por todas en el inicio del tercer set y levantó un 15-40 para poner el primer clavo en el ataúd de Jaume. El segundo lo colocó camino del 5-2 y saque, antes de certificar uno de esos triunfos que agrandan, en todos los sentidos, la leyenda del mejor tenista de todos los tiempos. El balear cierra su mejor Masters 1.000 (nunca había llegado a octavos) con la asignatura pendiente de dar otro salto de calidad que le permita progresar aún más. No siempre tendrá enfrente a un gigante.

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