El otro Alcaraz también gana para volver a cuartos en Madrid

“No voy a decir que esté jugando a bajo porcentaje, sino de una manera diferente. Todos estamos acostumbrados a verme pegar la derecha al 200%, y muchas veces Juanki (Ferrero, su entrenador), estando bien, me dice que no hace falta tanto, que hay que relajar y sacar la mano adelante. Y es lo que estoy haciendo ahora”, dijo Carlos Alcaraz después de ganar el pasado domingo en el Madrid Open al brasileño Thiago Seyboth Wild. Y esa nueva manera de jugar, más contenida con el drive, por las molestias que han ido a mejor, pero que no se quita de la cabeza en el antebrazo derecho, también le funciona. Aunque le resta lucimiento y contundencia y, en consecuencia, le supone más trabajo y nervios. Así fue este martes en octavos, ante Jan-Lennard Struff. El español volvió a ganar al alemán, también en tres sets (6-3, 6-7 (5) y 7-6 (4) en 2h52), como en la final del año pasado, y el miércoles (no antes de las 16:00, Teledeporte y Movistar+) se enfrentará al ruso Andrey Rublev, verdugo del neerlandés Tallon Griekspoor (6-2 y 6-4 en 64 minutos).

“Ha sido, para mí, increíble poder jugar a este nivel durante tres horas después de un mes sin competición. Difícil gestionar emociones en el partido, la tensión hasta el último punto no se me ha ido”, dijo Alcaraz, que no tuvo que dominar completamente a Struff para superarle. De hecho, el murciano de 20 años sufrió en casi todos sus turnos de servicio, sobre todo durante el primer set. Tuvo que afrontar un punto de quiebre en uno e igualdades en otros tres. Pero se las arregló para prevalecer gracias, en gran parte, al demérito del teutón, que se equivocó en un par de saques, con errores y subidas a la red que no tocaban.

Llegaba Struff en racha de seis victorias, tras ser campeón sobre la helada tierra de Múnich (su primer título ATP con casi 34 años, que cumplió el pasado jueves), y con vitola de rival incómodo. Lo había sido para Carlitos el año pasado en la Caja Mágica. Por su corpachón de 1,93 de altura, cubre mucha pista y cuando sube (bien) intimida. En el segundo set, con el marcador en contra, apretó de lo lindo y aumentó el ritmo para quitarle tiempo a Alcaraz.

Acción y reacción

De esa manera, Jan-Lennard, gran sacador (sirvió a 227 km/h), encontró tranquilidad para convertir un punto de quiebre con un resto ganador e igualar. Metió presión y le generó cierta ansiedad al prodigio de El Palmar con restos rápidos a los pies. La segunda manga desembocó en un justo desempate. Empezó con un fallo de Struff en una derecha larga, seguida por una ancha de Alcaraz, que le hizo, acto seguido, otro minibreak a su rival. Sin embargo, los resto bajos del alemán seguían cayendo como losas. También los fallos de Charly en una fase del encuentro afectada por el viento. Después de levantar dos puntos de set, no pudo con el tercero. Ace de Struff y al tercer parcial.

Alcaraz rescató las dejadas de su fondo de armario para agotar a Struff, varió su juego y derribó al gigante gracias a una rotura magnífica con un revés potente sobre subida para el 3-1 y saque, que celebró a lo grande. La consolidó, aunque el triunfo tuvo que cerrarlo con suspense y nervios, tras desperdiciar cuatro match points y encajar un quiebre en el noveno juego. Su oponente tenía las piernas intactas, se movía condenadamente bien y sacaba la mano en la red con una exquisitez tremenda. Así estuvo a punto de sentenciar en el siguiente turno para colocarse con 6-5 y servicio. No lo consiguió y el segundo tie-break fue inevitable. Lo jugó Alcaraz valiente de salida y dubitativo después, pero con suficiente calidad (no se pierdan el globo que hizo y el resto final contra la subida de Struff) como para cantar una victoria que rellena el vaso de su confianza, ahora que llegan los ‘Alpes’ del Madrid Open, y que le permite igualar la mejor racha de la historia del torneo, la de 14 que tenía en solitario Rafa Nadal.

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