Djokovic tumba a Tsitsipas y gana su sexto título en Roma

Novak Djokovic ya es Novak Djokovic, el tenista caníbal que devoraba rivales está de vuelta a una semana exacta del inicio de Roland Garros, donde defenderá corona. El serbio encontró en la final del Masters 1.000 de Roma el antídoto final a sus males y a su sequía. Derrotó a Stefanos Tsitsipas por 6-0 y 7-6 (7/5) en 1h:36 y volvió a alzar un título. El último había caído el 7 de noviembre del año pasado en París-Bercy. Después, llegó el tsunami de su expulsión de Australia por su negativa a vacunarse y el veto en muchas plazas por no estar inmunizado contra la COVID. Ha necesitado de cinco torneos para volver a la senda del éxito. Pero lo ha hecho justo a tiempo. En Madrid, donde sólo un Carlos Alcaraz tocado por la varita mágica pudo superarle, ya dio signos de estar alcanzando su mejor nivel. En Roma lo refrendó.

En la caldera del Foro Itálico, llena a rebosar, Djokovic logró su sexto título en Roma y el 38º de Masters 1.000, distanciando en dos a Rafa Nadal (36), quien en principio este lunes pretende volver a los entrenamientos después del calvario que sufrió por los dolores en su pie izquierdo frente a Denis Shapovalov debido a su lesión crónica.

"Me he sorprendido a mí mismo en el primer set", reconocía el serbio. Y es que en 30 minutos ya lucía un rosco, un 6-0, en el luminoso. En parte, por la falta de energía que evidenció el griego de 23 años (el tenista con más victorias del curso, con 31) y ya cuarto del ranking (pasa a Nadal). De otra, por el buen desempeño del campeón de 20 grandes. Lo dicen los números. En ese parcial, sólo perdió un punto con su primer servicio (12/13). No cometió ni un solo error no forzado y ganó un 68% de puntos ganados al resto...

Treinta y seis minutos tardó Tsitsipas en anotarse un juego, una eternidad. No era normal tanta diferencia. El público comenzó a corear su nombre insuflándole aire. Djokovic no mordió y, de repente, el griego se vio dentro del partido. Pero igualó Nole con un contrabreak y un grito que dirigió desafiante a la grada. Otra vez sentía el fuego dentro. Así, remó hasta un tie-break en el que no falló. Djokovic está liberado. Vuelve a ser peligroso con el Grand Slam sobre tierra a la vuelta de la esquina. Con la incógnita de si Alcaraz seguirá tan afilado en la maratón de los cinco sets y de si Nadal será capaz de neutralizar el dolor que le machaca. La solución, en unos días.

MASTERS 1.000