Nadal recupera sensaciones ante Kecmanovic en su vuelta al circuito
El balear regresa un mes y medio después con un triunfo balsámico ante Kecmanovic. Se enfrentará en octavos al belga David Goffin.
Ni en sus mejores previsiones hubiera esperado Rafa Nadal un regreso tan apacible mes y medio después de jugar su último partido y sin haber podido entrenarse apenas por la fisura en una costilla que sufrió durante el Masters 1.000 de Indian Wells. El balear tomo tierra suavemente en el Mutua Madrid Open, sobre todo en la primera parte del partido. Ganó a Miomir Kecmanovic por 6-1 y 7-6 (4) en 115 minutos, aunque pasaron 145 desde el comienzo hasta el final por el parón de 30 ocasionado por la lluvia, que obligó a mover la cubierta retráctil del estadio Manolo Santana, prácticamente lleno.
En cualquier caso, Nadal triunfó, se duchó y atendió a los medios de comunicación con tiempo suficiente para partir hacia el Santiago Bernabéu y seguir en vivo el partido de Champions League del Real Madrid contra el Manchester City. Ya sabía que su rival el jueves (no antes de las 16:00) en octavos sería el belga David Goffin, que venció por 6-4 y 6-2 al neerlandés Botic van de Zandschulp. Afrontaba Rafa el torneo con un perfil bajo, "justillo", como una escala importante en su particular pretemporada, para preparar la cita culminante de la gira de arcilla, Roland Garros. "Cada minuto que pueda pasar en pista es positivo y me ayuda a recuperar confianza. Esta vez ha sido todo a contrarreloj, mi preparación está siendo aquí y eso hace que todo sea un poco más acelerado e impredecible. Pero estoy contento con la victoria, me sirve mucho", admitió.
Kecmanovic, serbio de 22 años y 32º del mundo, fue un amigo en el primer set, todo hay que decirlo, un improvisado sparring que dio ritmo al ganador de 21 Grand Slams y le puso las bolas a huevo para calentar el revés cruzado y, poco a poco, el drive. Y eso que su entrenador es el argentino David Nalbandián, que conoce muy bien a Rafa. De hecho, le ganó dos veces en pista dura, nunca sobre polvo de ladrillo, como diría él. Se esperaba mucho más de Miomir, sobre todo después de poner en apuros a Djokovic en Belgrado y antes a Alcaraz, en Miami. Los golpes del español fueron de menor a mayor potencia, también el saque, que ejecutó al principio a velocidades que rondaron los 186 km/h y después los 195. Sólo le inquietaron los llantos de algunos bebés que enredaban en la grada. Llamó la atención la celebración de los puntos en el primer juego. Tenía ganas de comprobar que sus mecanismos seguían ahí, intactos.
Restos y frío
Lo que mejor hizo Nadal, no obstante, fue restar. Algo que no es nada fácil para un tenista después de un periodo de inactividad. De esa manera rompió dos veces el saque de Kecmanovic y parecía en camino de pasarle por encima cuando la lluvia detuvo el encuentro. En ese intervalo, Nalbandián charló con su pupilo y el manacorí se enfrió, aunque entró rápidamente en calor para adelantarse con un quiebre (3-2 y saque). Lo anuló el balcánico acto seguido. A Nadal se le vio fresco de piernas, más vivo y ágil. La mayoría de los puntos que perdió fueron por errores propios. Ante una oposición más dura por parte de Kecmanovic, estuvo fino en la red, voleando de maravilla, y con un revés magnífico desde el fondo de la pista se fabricó una ocasión de quiebre que aprovechó para intentar cerrar el triunfo. Pero tuvo que hacerlo en el desempate tras encajar un segundo break. Fue con un ace muy abierto. En cualquier caso, el resultado fue bastante positivo y Nadal lo sabe: "Siempre he venido con grandes ilusiones, pero este año cada partido que gano lo único que me da es la oportunidad de volver a competir, que es lo mas importante para mí a día de hoy". Amén.