Munar se despide con honor
El tenista balear se marcha de Indian Wells con su mejor participación en un Masters 1000 tras caer frente a Taylor Fritz (6-4, 2-6, 7-6(2)) en un partido emocionante.
Rafa Nadal y Carlos Alcaraz no contarán con tercer integrante de la Armada en los octavos de final del cuadro masculino de Indian Wells. Jume Munar (99º del mundo), poniendo fin con honor a su sueño particular, se despide de Estados Unidos tras caer frente a Taylor Fritz (20º) en tercera ronda. 6-4, 2-6 y 7-6(2) en un duelo generacional, ambos tienen 24 años, chocante en los estilos y resuelto en el tie-break. La potencia de Fritz (48 ganadores), que se enfrentará a Álex de Miñaur (31º) en octavos, pudo con la serenidad y la sapiencia de Munar, excelso en muchos tramos, pero incapaz de aprovechar los múltiples errores no forzados estadounidenses (40 por 18). Pese a ello, el jugador balear, que en sus dos participaciones anteriores en el torneo (2019 y 2021) se despidió en primera ronda, ha firmado su mejor presencia en un Masters 1.000 y se asienta en el Top 100 del ranking ATP, donde la representación nacional ya es de 11 tenistas. Se puede sonreír con orgullo.
Nadie se había trabajado tanto como Munar su presencia en la tercera ronda del torneo. Era el único tenista que, habiendo disputado todas las previas, quedaba en pie. Bruno Kuzuhara, Aleksandar Vukic, el histórico Juncheng Shang, el primer jugador chino en un cuadro principal de un Masters 1000, y Pablo Carreño, en un derbi español excelso. Todo en una semana. Todo para retar, por primera vez, a un Fritz que, en su casa, es una institución. A sus 24 años, es presente y futuro del tenis estadounidense. Terminó 2021 como mejor jugador nacional y, actualmente, sólo Reilly Opelka, próximo rival de Nadal, se sitúa por delante. El motivo, alcanzar las semifinales de Indian Wells tras salvar dos bolas de partido frente a Alexander Zverev.
Pese a la hemeroteca, o tomándola como impulso, el ranking y la localía, Munar salía envalentonado. Confiando en sus posibilidades y amenazando con el break desde el primer juego. Restando muy dentro de pista y, tras solamente un par de puntos, obligando a Fritz a gesticular pidiendo calma. Y hasta gustándose. Para prueba, varios globos majestuosos. Uno, en el 40-0 del quinto juego, para devolver al estadounidense a su posición maldiciendo entre dientes. Otro, para forzar el deuce en el 3-3 del primer set, que se alargó hasta los doce minutos y obligó a Taylor a protegerse de seis oportunidades de break.
Un final cruel
El estoicismo, aunque no sea ley universal, suele tener recompensa. La encrucijada reforzó a Fritz. Tras su sufrimiento, eterno, zarpazo fugaz para romper a Munar, con un juego en blanco para cerrar el primer set. Toma y daca. El balear, ya en la segunda manga, se la guardaba y le devolvía la rotura con el doble de fuerza. Primero, con la misma contundencia, en el tercer asalto; después, en el séptimo, con un pelotazo de Fritz que incluía una nueva acepción de desesperación en el diccionario. Por el camino, dos escuelas, dos formas de entender el tenis y un (sin)vivir constante en el alambre (7/9 bolas de break salvadas por el lado español y 9/12 por el estadounidense). Taylor, con una derecha tenaz, pero algo descontrolada; Jaume, subiendo a la red, probando el revés, la volea y atacando y defendiendo desde distintas alturas. Así es Munar y así llegó a un tercer set que fue cruel con él. Otra vez a contracorriente para, finalmente, quedarse en una orilla que divisa, ya no un futuro, sino un presente prometedor.