El tenis está dividido entre los que defienden la corriente oficialista de la ATP y los que abogan por una revolución para que los jugadores tengan mayor representación, relevancia y beneficios en los órganos de gobierno. En el primer grupo está Rafa Nadal y el segundo lo lidera Novak Djokovic. Un choque de titanes por el futuro, evidenciado estos días en Londres durante el Masters.

Tras su victoria contra Rublev, Nadal, a quien respalda Federer, dijo que no estaba de acuerdo con que desaparecieran de los Grand Slams los duelos a cinco sets. “Es parte de la historia de nuestro deporte. Implica ser más sólido durante más tiempo”, argumentó. Al día siguiente, Djokovic se posicionó a favor del cambio: “Prefiero tres mangas. Tenemos suficientes torneos y partidos”. Rafa le había mandado un recado al hablar de la nueva asociación de jugadores (PTPA), fundada por el serbio: “No necesitamos crear otra organización. Si comparamos el circuito con el de hace unos años, en beneficios, sobre todo para los tenistas de ranking bajo, ahora es mucho mejor”.

Tras caer contra Thiem, el español citó al número uno en otra polémica, la de los jueces de línea electrónicos: “A mí me gusta más la pista tradicional, viste más con personas, aunque también escuché a Djokovic explicar que no hacían falta”. En estas, el miércoles se supo que el balcánico se presenta a las elecciones del Consejo de Jugadores de la ATP, pese a crear su propio sindicato. Lo confirmaron Soares y Schwartzman. El brasileño contó que le habían echado del grupo de WhatsApp por quedarse en el Consejo y el argentino, que Djokovic y su lugarteniente, Pospisil, quieren volver “para que haya voces de tenistas en la estructura de la ATP”. El problema es que según el propio Nole, la ATP le ha vetado con una nueva norma que impide a un jugador estar en dos sindicatos u asociaciones. Hay guerra.