Rafa Nadal liquida un partido antipático en tres mangas
Derrotó a Torpegaard, 909º del mundo que peleó con ilusión, por 6-4, 6-3 y 6-2. Pesó el ránking y consiguió su 22ª derrota seguida en Copa Davis.
Rafa Nadal volvió a la Copa Davis con una victoria, la 22ª seguida de su carrera. Otra cosa hubiera sido una megasorpresa. Un cataclismo. Porque el número 7 del mundo se enfrentaba al 909, Mikael Torpegaard, al que ganó por 6-4, 6-3 y 6-2 en 2h:30. España paga en Dinamarca el peaje de la derrota en Sao Paulo, que le relegó a segunda división después de que entre renuncias y lesiones diez de los doce top-100 dieran la espalda a Carlos Moyá. Y de Vladivostok, donde se estrenó de urgencia Conchita Martínez y sin Nadal se desperdició un 2-0 para acabar castigados a jugar en Odense por la permanencia.
El líder de España se vio en un escenario incómodo. Aquí no se juega por títulos ni gloria. Sino por recuperar el honor y la normalidad. Una situación antipática en la que tenía poco que ganar y mucho que perder. Sobre una pista indoor rápida, de bote bajo, y ante un público dulce de unos 2.000 aficionados en el Odense Idraetshal, Mikael Torpegaard salió sin respeto hacia el ex número uno. En el primer set, tuvo tres bolas de break con 4-4 que no cerró y luego entregó la manga con una doble falta. Nadal tuvo que sudar mucho frente a un tenista que está enrolado en la liga universitaria de EE UU, que sólo ha jugado este año cuatro futures y que nunca se había medido a un tenista que por encima del 300 del mundo.
Pero poco a poco se fue imponiendo el peso del ránking y la calidad frente a la ilusión. Nadal, que no jugaba desde el playoff de permanencia de septiembre de 2013, logró en el segundo parcial un break para 3-1 pero tuvo que ver cómo Torpegaard se lo devolvía. Entonces pareció enfadarse, lo recuperó y ya todo derivó hacia una victoria cómoda. Nadal estuvo bien al saque (9 aces, 71% de puntos ganados con primeros y 74% con segundos) y con eso se blindó ante sopresas. España, pentacampeona de la Davis y mejor equipo del siglo XXI, comenzó a expiar sus pecados en Odense con su líder tirando del carro.