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Copa Davis | Objetivo indiscreto

La elegancia de una portada

Francia cayó ante Suiza y ‘L’Equipe’ honró a Roger Federer. Es un acto de ‘fair play’, de ‘grandeur’, de amor al deporte y de ganar cuando se ha perdido.

La elegancia de una portada
AStv

Un día después de perder la final de la Copa Davis, ayer mismo, el periódico francés L’Equipe dedicó su portada al suizo Roger Federer, verdugo de los galos en el cuarto punto de la eliminatoria, a la postre, el definitivo. El titular completaba el homenaje al rival: “Único”.

La primera de L’Equipe invita a un sinfín de reflexiones. Para empezar deberíamos reconsiderar nuestros prejuicios contra los franceses, especialmente los que tiene relación con una acusación recurrente: el chovinismo. “La exaltación desmesurada de lo nacional sobre lo extranjero” (definición RAE) no encaja con la portada de Federer. Nuestra interpretación del chovinismo tampoco se ajusta con el origen del término. Nicolas Chauvin fue un soldado con tanto fervor napoleónico como heridas de guerra que sirvió de inspiración para caricaturizar a los patriotas exagerados. El chauvinismo nació, por tanto, como una burla inventada por Francia frente al espejo.

Grandeza. Grandeur es, quizá, una palabra más adecuada con el caso a tratar. Alude al altísimo concepto que Francia tiene de sí misma y a su sentido de responsabilidad para con el mundo civilizado. Nada negativo, por cierto, ni siquiera infundado: la Revolución francesa marca el comienzo de la Edad Contemporánea que todavía nos acoge. Fue De Gaulle quien dijo que “Francia no puede ser Francia sin la grandeza”, y lo cierto es que ha habido pocos generales más grandes que él (1,96).

Me notarán ligeramente francófilo, es posible, pero la inclinación es inevitable en un aficionado al ciclismo y al deporte en general. L’Auto, antecedente de L’Equipe, fue el precursor del Tour, una carrera a la que Francia sigue sacando brillo aunque hace 30 años que no la gana un corredor francés (Hinault, 1985). Lo mismo podría decirse de la Copa de Europa, invención genial de L’Equipe en colaboración con Santiago Bernabéu. El Olympique de Marsella fue el último ganador tricolor, hace ya 21 años.

No debe sorprendernos que L’Equipe, con la derrota aún caliente, dedicara su portada a Federer. Es un acto de fair play, de grandeur, de amor al deporte por encima de las banderas, de reconocimiento al mito. También es una manera de ganar cuando se ha perdido. Francia siempre ha sabido elegir bien a sus aliados.