PARÍS
Maestro David Ferrer en París
En su mejor temporada, el alicantino derribó otra barrera, batió a Janowicz y alzó su primer título de Masters 1.000, también primero de un español en la pista cubierta de París-Bercy.
Por primera vez, el Omnisports de París-Bercy rindió su torneo a un español: David Ferrer, el pequeño gran titán de Xàbia, que remata la mejor temporada de su carrera con su primer Masters 1.000 y con lideratos en la ATP de partidos jugados (86), ganados (72) y títulos alzados (siete) en 2012.
Cuando pudo dejarse caer sobre la moqueta ultrarrápida de Bercy, un emotivo nirvana de victoria, Ferrer estaba feliz no sólo por el título y por haber acallado a la multitud que jaleaba las ráfagas de Jerzy Janowicz, JJ, el gigante polaco de 2,03 y 21 años. A solas consigo mismo, la emoción de Ferrer era otra: al fin se hacía justicia. "La iniciativa va hacia aquellos que esperan", apuntó Stanley Kubrick en el guión de La Naranja Mecánica. Y Ferrer ha esperado...
El tenis de Ferrer es de sacrificio y hormigón. Tiene el eco de aquel jovencito albañil de Xàbia al que su entrenador, Javier Piles, conminaba con la dura amenaza del retorno a las carretillas de obras cuando bajaba el nivel del entreno.
El tenis de Ferrer es el sacrificio que David respiró y Piles le reiteró. Y el de Janowicz es la ultraviolencia de unos saques más allá de 230 km/h: Janowicz insiste en que puede ir a más de 250 km/h. Toda esa metralla, (once aces), no derrumbó a Ferrer, una trinchera en un solo hombre.
Sudor. En cada punto, Ferrer extendía los sudores de Janowicz, que hoy saldrá 26 en la ATP, hasta límites insólitos para el artillero de Lodz: ante esa muralla ambulante, Janowicz fue vaciando el cargador hasta agotar la pólvora y el oxígeno.
Infatigable, Ferrer despeñó a Janowicz en un pantano de 43 errores no forzados: el último, un resto de revés al pasillo que cerró el 6-4 y 6-3. La rendición de Bercy fue la justicia de David Ferrer. La justicia del sacrificio.