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Le tomo prestada la idea a mi apreciado y admirado Dani Garrido. Así definió a la Real Sociedad hace una semana en el brillante reinicio de Carrusel Deportivo después de las vacaciones. Reconozco que, en ese momento, cuando lo escuché, pensé que era un buen juego de palabras, pero que no se acercaba a la realidad. Porque para que fuera real, el fichaje de Take Kubo tenía de demostrar que deportivamente era tan rentable como importante para la Real. Recuerdo que me negaba a que la Real de Mikel Oyarzabal pasara a ser reconocida como la Real de Kubo, por mucho que sea más que evidente lo mediático de su fichaje, y eso inevitablemente, al final, lleva a ser lo más destacado de esta Real, por encima de Ali Cho y Brais Méndez, para mi el gran refuerzo txuri-Urdin para esta temporada.

En ese pensamiento estaba cuando al japonés le dio por estrenarse a lo grande en Cádiz, como queriendo dar la razón a Dani y rebatiendo mi teoría. Porque, sí, en este comienzo de temporada es una Real al Kubo. El japonés está siendo ese elemento diferencial del equipo de Imanol Alguacil. Bien sea porque nadie esperaba una adaptación tan rápida o porque está sorprendiendo a casi todos con su fulgurante irrupción, callando bocas a diestro y siniestro. Su puesta en escena en el Nuevo Mirandilla fue fantástica, seguramente inesperada, al convertirse en héroe por sorpresa con su gol; pero ahora debe confirmarlo. Y puede que no haya mejor oportunidad que ésta, contra el Barcelona en el Reale Arena y como traca final de la Semana Grande de San Sebastián.

Y lo mismo que decimos de Kubo sirve para la propia Real. Su buen estreno contra el Cádiz no puede caer en saco roto, y debe darle continuidad contra este Barça de Xavi. Habrá que hacer girar la palanca de las esencias de un proyecto realista que ilusiona, pero que hay que seguir alimentando. Aunque esto acabe de empezar, queremos que la Real acabe siendo de verdad una Real al cubo… o al Kubo. Ya me entienden.