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Mentalidad imparable
Mónica Pascual

Claves para entrenar una mente ganadora.

Mónica Pascual

MENTALIDAD IMPARABLE

El momento más duro de Serena Williams y para el que casi ningún deportista se prepara

La retirada deportiva es una más de las pruebas que un deportista de elite tiene que enfrentar en su carrera profesional. ¿Por qué no anticipar?

Actualizado a
La retirada deportiva el momento mas duro de Serena Williams
EFE

No, no es un hasta luego. Es un adiós. A veces llega tras una larga trayectoria llena de éxitos. En el mejor de los casos, con tiempo suficiente para asimilar el paso del tiempo mientras el deportista ve cómo suben las nuevas generaciones. Otras veces, ese adiós viene forzado por circunstancias ajenas a la edad, como una lesión o el encadenamiento de unos malos resultados (que sí, a veces pasa). Sin tiempo para digerir ni preparar.

Sea como sea, retirarse en un momento en el que en ningún otro ámbito profesional se nos pasaría por la cabeza requiere cierta preparación y madurez (física y especialmente mental). Y si no que se lo sigan a Serena Williams, quien se ha retirado del tenis tras caer en el US Open. “Es lo más duro que podría haber imaginado. No quiero que acabe, pero al mismo tiempo estoy preparada para lo que viene después”, dijo en una carta de despedida. Y no nos extraña. Dejar de estar en lo alto da, nunca mejor dicho, vértigo.

Anticipar lo que sí o sí pasará

La carrera del deportista tiene etapas, intensas y muy cortas. Desde que se practica sin pretensiones un determinado deporte cuando se es niño (categorías infantiles y juveniles), hasta que el deportista transita hacia categorías profesionales y, al fin, la elite. En el momento de decir adiós, excepto contados casos, la mayor parte no ha cumplido los 35 años. En el caso de Serena Williams, 40.

De hecho, el denominador común de los inicios de cualquier carrera es la dedicación completa, algo que se extiende a lo largo de las diferentes etapas del deportista. No existe otra cosa: entrenar, competir, ganar, ascender. Entrenar, competir, ganar, ascender. No hay margen para el error. Tampoco hay tiempo para nada más, y tampoco dinero para nada que no sea ese deporte: material, viajes, competiciones. Todo gira alrededor del deporte en cuestión: estudios, familia, tiempo libre… ¡La vida entera! Y no solo en los inicios, sino durante los años que dura la carrera deportiva.

¿Qué pasa cuando todo termina?

El deporte es la razón de ser del día a día de muchos deportistas. Es su pasión. Por eso, cuando la retirada llega, hay que gestionar el vacío que produce esa marcha. Sin deporte, desaparecen muchos de los elementos diarios que habitan en la vida de un deportista durante años: desde las relaciones profesionales con compañeros y técnicos, con los equipos, pasando por las competiciones, los entrenamientos, el foco mediático (si lo hay) y sí, también con los ingresos. Pero sobre todo desaparecen las horas en las que ese deportista se dedica a lo que más ama.

Pérdida de la identidad

La verdadera desazón radica en esa ‘aparente’ pérdida de lo que se ama y de la motivación que le ha empujado día tras día a querer ser el mejor o lograr lo máximo con su equipo. No exageramos si decimos que es una especie de luto puesto que, de alguna manera, lo que hay que gestionar es una pérdida. Una pérdida de objetivos y de alguna manera de cierta identidad: de lo que es y de lo que mejor sabe hacer.

Después de haber coronado su Everest particular, con 30 o 40 años -en el mejor de los casos-, el deporte le ha regalado experiencias que la mayoría de los mortales no vivirán jamás. Y justo a esa edad, aproximadamente, su vida deportiva termina y empieza su vida no deportiva. ¿Cómo poner el contador a cero?

La retirada deportiva es una más de las pruebas que un deportista de elite tiene que enfrentar en su carrera profesional. Pero, si lo pensamos más detenidamente, en realidad es la única prueba segura que un deportista sabe que tendrá que superar por lo que, ¿por qué no preparar a conciencia esa etapa?

Cuestión de actitud

En primer lugar, la retirada empieza en nosotros mismos. En la capacidad del deportista de entender que nadie es imprescindible y nadie es eterno. Es un aprendizaje vital que vale para todo. Por muy alto que haya llegado o por muchos éxitos que se hayan conseguido. Es el momento de cerrar una etapa y ese no tiene por qué suponer una despedida del deporte, aunque sí de la competición. En ese momento el deportista tiene que estar mentalmente fuerte para asumir que un día no será convocado, o para aceptar con humildad y con grandeza que su cuerpo ya no responde igual que antes y que eso es normal. Una puerta se cierra y otra se abre.

¿Cómo gestionar la reinvención tras la retirada?

En segundo lugar, es importante reaprender a gestionar el tiempo (antes absolutamente ocupado por el deporte y ahora mucho más libre). Hay que reconducir el tiempo profesional que surge en la agenda según las fortalezas, los conocimientos, los contactos y los proyectos. Salvo en contadas excepciones (en la que no sea necesario), la búsqueda de un sustento financiero debe prevalecer por encima de todo, lo que no significa exclusivamente que el deportista deba alejarse del deporte que ama. Puede estar cerca de él si se prepara y el proyecto ofrece garantías de futuro.

Para que la retirada deportiva sea lo menos traumática posible, el deportista debe anticipar, formarse según su vocación e intereses y rodearse de profesionales y un círculo de relaciones de confianza que vaya más allá de lo deportivo. La red social es emocionalmente imprescindible para sentirnos acompañados en ese proceso y ayuda a que decir adiós sea también una fuente de bienestar al poder disponer de tiempo y energía para dedicar a futuros e ilusionantes proyectos.

De entre las retiradas deportivas memorables hay una que para quien ama el deporte, y no solo el baloncesto, lleva marcada a fuego. Es la de Kobe Bryant. En su último partido tenía 37 años y muchas lesiones, pero lo dio absolutamente todo: jugó 40 minutos, anotó 60 puntos y metió seis triples. El 29 de noviembre de 2015 Kobe anunció su despedida con un emocionante corto que más tarde le daría un Óscar y que tituló: “Dear Basketball”, que puedes ver aquí mismo.