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Mentalidad imparable
Mónica Pascual

Claves para entrenar una mente ganadora.

Mónica Pascual

MENTALIDAD IMPARABLE

Qué son las neuronas espejo y cómo influyen en el rendimiento

Las neuronas espejo son capaces de reproducir en nosotros emociones o reacciones que provienen del exterior.

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Qué son las neuronas espejo y cómo influyen en el rendimiento

Al empezar a leer sobre las neuronas espejo no puedo evitar pensar en el refranero… Dime con quién andas y te diré cómo eres. A lo largo de nuestra vida, el fenómeno de la imitación y la mimesis se deja notar de diferentes maneras y expresiones. Y lo cierto es que sí. Existen las neuronas espejo, capaces de reproducir en nosotros emociones o reacciones que provienen del exterior.

Sin ir más lejos, el Bernabéu fue un buen ejemplo de lo que puede suponer una pequeña onda expansiva de emociones de ilusión y ambición que aficionados madridistas y equipo se contagiaron mutuamente. Una fuerza que no supo neutralizar el Barça en el clásico celebrado ayer con un 3 a 1 a favor del conjunto blanco. Pero volvamos al principio.

De la activación que se produce en estas neuronas surge lo que podemos denominar empatía y, por supuesto, conexión o contagio. Llámalo x, porque seguro que me entiendes con estas situaciones que tú también habrás vivido. Por ejemplo, cuando veo una escena en una película (un abrazo emotivo entre sus protagonistas), me contagio de esa misma emotividad. Lo mismo me sucede cuando veo por la televisión una catástrofe natural y me sobrecojo al ponerme en el lugar de lo que deben estar sintiendo las víctimas. Siento tristeza, aunque esté a miles kilómetros y no las conozca.

Las neuronas espejo nos ayudan a ponernos en la piel de. En el lugar de. Y eso es sumamente importante a lo largo de nuestra vida. Gracias a las neuronas espejo se produce lo que podemos llamar contagio emocional, un cambio en nuestro estado emocional que ocurre como consecuencia de las emociones que otros transmiten.

Es importantísimo destacar que ese poder contagiador viaja en las dos direcciones: hacia lo positivo y hacia lo negativo. Hacia lo positivo cuando nos contagiamos o contagiamos de ilusión, bondad, energía y buen rollo. Hacia lo negativo cuando nos dejamos llevar por la apatía, la tristeza o la desconfianza.

La neurociencia ha demostrado que quienes comparten espacios de relación, en cualquier área (social, laboral, deportiva, etc.) acaban compartiendo también los estados de ánimo y las emociones de las personas que están a su alrededor gracias a ellas: las neuronas espejo. Como una especia de poder sincronizador entre quien emite esas señales y quien las recibe.

Yo misma lo he experimentado en primera persona y con los deportistas con los que trabajo a lo largo de mi carrera. He visto muchos comportamientos generados por ese intercambio de emociones que surge de lo más diminuto de una neurona. Deportistas que en un entorno determinado replicaban actitudes y emociones generadas fuera. Es decir, en su equipo, en su entrenador, en su entorno familiar. Y hay que tener cuidado: porque si ese entorno no posee la fuerza o determinación necesarios, el deportista tampoco lo hará.

Por el contrario, cuando una persona o deportista se muestra determinada, serena e ilusionada, esas mismas emociones se trasladarán al resto de sus compañeros o equipo. Cuando alguna vez decimos aquello de ‘se ha echado el equipo a las espaldas’ estamos describiendo una situación similar en la que la actitud de un jugador ha sido clave para modificar la confianza del resto del equipo y, por extensión, revertir inercias que podían entorpecer la victoria.

Cuando compartimos espacios, metas, etc., y somos conscientes del poder que tienen las emociones propias en los demás podemos romper con círculos viciosos creados por ese mismo contagio emocional. Lo mismo cuando entendemos el poder las emociones ajenas en uno mismo.

Las neuronas espejo son las responsables de que podamos aprender nuevas habilidades por imitación individual (lo que vemos en nuestros compañeros o entrenador) y, como comentábamos antes, para entender las acciones, emociones e intenciones de las personas que nos rodean y no dejarnos caer, por ejemplo, en el enfado (si te interesa, aquí puedes leer algunas claves para gestionarlo).

Lo curioso es que las neuronas espejo, en el deporte, como en la vida, no solo nos ‘contagian de’. Nos ayuda a anticipar acciones gracias a ese poder de mimesis que nos permite entender qué o cómo reaccionará la persona que tenemos delante antes de que reaccione. Por ejemplo, un portero puede anticipar por dónde le tirarán un penalti.

En definitiva, un universo de información que, si sabemos, podemos codificar y hacer que juegue a nuestro favor.