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Superliga, liga Europea, liga aspirante

La UEFA, con la ECA, afina la idea de tres divisiones de 18. Entre la segunda y la tercera habría cuatro ascensos y cuatro descensos. Entre la primera y la segunda sólo dos, pues los del club pata negra no quieren riesgos.

Aleksander Ceferin y Fèlix Álvarez

Hace un siglo, nuestro fútbol se desarrollaba en unos campeonatos regionales, liguillas cuyo campeón (y el segundo, a partir de cierto momento) jugaban la Copa a eliminatorias de ida y vuelta. El ganador era el campeón de España.

El naciente profesionalismo exigía más partidos entre los mejores y para la 28-29 se importó de Inglaterra el modelo Liga, todos contra todos. Los campeonatos regionales quedaron tocados y acabaron por desaparecer. El mismo proceso vivieron por la época todos los países europeos.

Pasado un siglo, toca un cambio de escala. Los campeonatos regionales serían hoy las ligas nacionales; la Copa sería ahora la Champions, que ofrece pocos partidos entre los mejores, a los que el modelo se queda pequeño.

Así vino la idea de la Superliga, cuya propuesta fracasó porque era un contradiós: un grupo cerrado, formado por cooptación entre unos conjurados, sin ascensos ni descensos, con 12 miembros fijos y 4 wild cards (invitaciones) cada año a gusto de los fundadores. Naufragó porque Bayern, Borussia y PSG rehusaron y al segundo día el big six inglés (United, City, Liverpool, Arsenal, Chelsea y Tottenham) se arrugó ante la reacción del país. Y luego el Atlético, el Inter y el Milán.

(La Liga no se creó ajena a los méritos deportivos: la formaron los seis que habían ganado alguna vez la Copa, los tres finalistas derrotados, más el ganador de un torneo de aspirantes para completar diez. Y nació con una Segunda División y con ascensos y descensos).

Aquel mal proyecto sí sirvió para acelerar el inevitable proceso. La UEFA lleva años dando más espacio a las mejores ligas (la Copa de Europa empezó con el campeón de cada país, ahora van cuatro de las grandes ligas y los de las menores pasan unos filtros que les depositan en la Conference League o en la Europa League), pero aquella revuelta y la insistencia de fondos americanos en invertir en un campeonato a lo grande le obligan a apretar el paso. Federaciones internacionales que no vieron a tiempo el poder del dinero perdieron el control: FIA-FOCA, FIM-Dorna, ITF-ATP, FIG-PGA…

La UEFA, con la ECA, afina la idea de tres divisiones de 18: Superliga, Liga Europa y Liga Aspirante. Entre la segunda y la tercera habría cuatro ascensos-descensos. Entre la primera y la segunda sólo dos, pues los del club pata negra no quieren riesgos. Aún amenazan con partir peras por separado si el fallo del TJUE, que esperan para el martes 18, es contrario al monopolio de la UEFA. Y pretenden que su descenso no lo decida la mala clasificación de un año, sino el promedio de los tres o cinco últimos. No quieren que una mala temporada les descienda.

Hay cosas por resolver. Meter de golpe 34 partidos europeos sería un destrozo del calendario; lo suyo sería partir cada división en dos grupos, con una fase final. Luego está el papel de las ligas nacionales. Se sugiere que el título o buen puesto en la liga propia dé un bonus en dinero, y quizá en puntos en la clasificación de la Superliga. Los clubes podrían ampliar sus plantillas a 34 jugadores para atender al frente europeo y al nacional.