Una huelga breve pero absurda y dañina
Felizmente hubo acuerdo, ofreciendo los clubes 21.000, mejorables las dos siguientes temporadas, para no cerrar la salida a los sindicatos.
El título mundial de nuestra Selección Femenina, ya enturbiado por el delirante extravío de Rubiales que tan caro le va a salir, debe servir para relanzar la Liga F, nuestro campeonato nacional. Algo así debe provocar más asistencias, algún espónsor más, más abonos a DAZN. Con un poco de tiempo, claro. Las cosas no llegan de sopetón. Hay que dar tiempo al tiempo.
Por eso es lamentable, aunque haya sido fugaz, la huelga en la primera jornada por la pretensión de una fuerte mejora en el salario mínimo que compromete al sector. El gran juego de las campeonas nada tiene que ver con la realidad del mercado, pero ha confundido a muchas cabezas. La primera, la de Yolanda Díaz, que reclamó para las futbolistas el mismo salario que tienen ellos. Aunque apuntáramos al salario mínimo masculino según convenio (180.000 euros, por supuesto muy por debajo de lo que cobre el jugador que menos cobra), estaríamos hablando de 3,6 millones de coste de cada plantilla femenina, algo inasumible para la mayoría.
Porque la condición de ‘profesional’ de la Liga F es sólo un ‘desiderátum’. En realidad un embolado póstumo de Irene Lozano y Carmen Calvo, que la anunciaron con un pie ya en el andén. Se activó con una partida de 16 millones del CSD para mejorar instalaciones más otro tanto para el funcionamiento de la organización los tres primeros años. Todo un esfuerzo si se considera que el CSD destina al atletismo 5 millones… para hombres y mujeres. DAZN, pone 7 al año por cinco años. Apareció un patrocinio, Finetwork, que ponía 8; lo compró un fondo y dejó de pagar, pero ese dinero está garantizado por LaLiga. Y eso es todo, las taquillas son simbólicas. El fútbol masculino cobra 1.970 por derechos de televisión y la cifra total que mueve es de 4.300 millones. Es eso frente a los 7+8=15 de la Liga F. Pongamos 20, si sumamos los 5 anuales del CSD para organización, de carácter finalista. No pueden servir para mejorar los salarios, cosa que Víctor Francos a lo que se ve ignora, tal como se manifestó en el conflicto para enfado de la presidenta de la Liga F, Beatriz Álvarez.
De esos ingresos de televisión y marketing, que se distribuyen según audiencias, a un club medio le llegan 550.000 euros al año, y con un presupuesto por debajo del millón es difícil mantenerse. Lo demás lo saca como puede. Hay quien tiene una escuela de fútbol, hay quien tiene subvención de la comunidad autónoma, hay quien araña alguna publicidad. Y hay quien o quienes tienen que poner lo que falta.
Encima están penalizados por la ira de Rubiales, que como al hacerse profesional la Liga F vio que se escapaba de sus manos, pero retuvo algunas competencias (licencias, arbitraje, sanciones, calendario y horarios, y extranjeras), ha clavado todo lo que ha podido. Las licencias se han triplicado este, las multas por tarjetas se pagan a precio de Primera del fútbol masculino y Rubiales multiplicó el precio de arbitraje el curso pasado bajo amenaza de huelga. Las que más arbitran ganan por encima del salario mínimo de las jugadoras, lo que alimenta esta demanda. Y tampoco es que sean las mejores del mundo, como sí las futbolistas. Ninguna arbitra en máxima categoría masculina, como muchas de las que fueron al Mundial. Por nuestra parte sólo fueron Marta Huerta de Aza, que arbitró el China-Haití, no estuvo bien y no repitió, y Guadalupe Porras, que sólo fue asistente. A todo esto, hace poco el CSD detrajo el 20% del patrocinio para pasárselo a la Federación, cuando aún mimaban al hoy satanizado.
Tampoco es que los sindicatos estén pidiendo 180.000 como la vicepresidenta, aclaro. Empezaron por 30.000 y terminaron en 23.000. La patronal venía de 16.000 y llegó a 20.000, mejorables si crece el patrocinio. Por tan corta distancia se provocó una huelga para las dos primeras jornadas que felizmente ha quedado en una. Huelga un poco de aquella manera, porque el Levante, tuvo el sábado partido Champions y no renunció a él.
Felizmente hubo acuerdo, ofreciendo los clubes 21.000, mejorables las dos siguientes temporadas, para no cerrar la salida a los sindicatos. Ambas partes, clubes y jugadoras, tuvieron que notar que la huelga apenas tuvo eco social, porque aún son escasísimas tanto las asistencias como las audiencias televisivas. Se ha hablado más sobre las exigencias de las internacionales con respecto a la dirección técnica de este periodo ‘post-Vilda’ que del hecho de que se evaporara la primera jornada. Lo único que ha conseguido esta huelga ha sido enfriar el regreso del campeonato tras el éxito en el Mundial. Y perder una jornada en la que hubiera podido tener un protagonismo especial, pues no hubo jornada de LaLiga masculina.