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El ruidoso silencio de Florentino y Rubiales

Al presidente del Madrid le pesa más la fobia a Tebas y su agradecimiento a Laporta por hacerle las veces de mayordomo en la inverosímil causa de la Superliga

El ruidoso silencio de Florentino y Rubiales
LLUIS GENEDiarioAS

El ‘caso Barça-Enríquez Negreira’ provocó nota conjunta de reproche de 40 de los 42 clubes de LaLiga. Barça aparte, solo falta el Madrid, cuyo silencio incomoda a los madridistas y enardece a los antimadridistas. “¿Qué van a decir estos, si llevan toda la vida haciendo lo mismo?”, viene a ser el resumen del efecto del silencio florentiniano decretado sobre el asunto. El club difunde por medios externos, que controla abundantemente, que lleva años denunciando los malos arbitrajes en su televisión, y es verdad. Pero de los árbitros se queja todo el mundo, eso no diferencia al Madrid de nadie. Lo que le diferencia es no firmar ese comunicado de todos los demás que, aparte de venir protestando de los arbitrajes toda la vida de Dios, denuncian ahora que un club haya estado durante 18 años y cuatro mandatos presidenciales con titulares distintos pagando al vicepresidente del comité de árbitros. Práctica que solo se detuvo cuando el objeto de las dádivas cesó en su tarea vicepresidencial.

Sin duda a Florentino le pesan más otras dos cosas: su agradecimiento a Laporta por hacerle las veces de mayordomo en la inverosímil causa de la Superliga y la fobia a Tebas, con el que no iría ni a cobrar la lotería. Respecto a lo primero, Florentino lleva tiempo tratando de revivir unas brasas mortecinas con un fuelle; uno de cuyos mangos es Agnelli y el otro Laporta, vaya dos. A Laporta le ha ayudado a conseguir sus créditos y palancas y presionó para que la nueva Ley del Deporte (tan nueva y ya tan inútil, a la vista de la veloz prescripción de esto) le liberara de responder de pérdidas económicas en su mandato. Respecto a Tebas, ni siquiera se suma a sus acciones contra los gritos racistas a Vinicius, hasta ahí llega la fobia. Y luego Vinicius, que como todos los niños repite lo que oye en casa, dice que sufre cada día insultos racistas “y LaLiga no hace nada”.

Habría una tercera razón, esta ya fea, que podría emparentarse con eso de “llevan toda la vida haciendo lo mismo”. En 2009 el Madrid contrató al árbitro recién retirado Megía Dávila. Ni es nada equivalente a pagar al vicepresidente del CTA ni fue el primero que lo hizo (creo recordar que empezó el Villarreal con Ansuátegui), pero es algo que sobra. Aunque se decore como asesoramiento a los jugadores sobre las Reglas y sobre cómo comportarse con cada árbitro y sus manías, lo que late es la voluntad de dar coba al de turno. Pero cuando uno deriva por ahí corre riesgos, y hete aquí que hoy la responsable del arbitraje femenino en la Federación es Yolanda Parga, exárbitra de categoría, competente para el cargo…, pero esposa de Megía Dávila. Ay, ay, ay, ay… Qué mala suerte. Cuando uno pisa pantano le pican los mosquitos.

Esto de Yolanda Parga puede ser una de las causas del silencio igualmente ruidoso de Luis Rubiales, por otra parte tan alérgico como Florentino a compartir cualquier tipo de iniciativa con Tebas. Pero la Federación está comprometida en esto más allá de esa desdichada coincidencia que liga con vínculo matrimonial al arbitraje femenino con el Madrid al modo en que Austria zurcía la política europea a fuerza de bodas. Los cuatro hombres que dirigen el actual CTA, Medina Cantalejo, Rubinos Pérez, Clos Gómez y Undiano Mallenco hicieron su carrera durante el enríqueznegreirato, época sobre la que ha extendido el desahogado exvicepresidente una sombra infamante. Pero Rubiales tampoco se mueve, salvo en indagaciones internas, no vaya a ser que aparezca algo feo o que se le asemeje.

Las filas de este silencio las ha roto Estrada Fernández, que a día de hoy ni es árbitro ni deja de serlo. Me explico. Cumplida la edad de 45 años, el CTA no le renovó, y sí a Del Cerro Grande, que estaba en su caso, porque concederlo o negarlo es potestad suya. A cambio es árbitro de sala VOR, pero le ha llegado que eso terminará con la temporada. Se siente ya apeado de las causas del colectivo y sea por resentimiento o porque un bufete con ganas de notoriedad le ha azuzado, ha tirado esa piedra en el estanque de la Federación, provocando unas ondas que ya veremos hasta dónde llegan.

Por cierto, es catalán. Como los admirables periodistas que destaparon el asunto, Jordi Martí, Sique Rodríguez y Adrià Soldevila, en el programa de SER Barcelona cuyo nombre no despista: Què t’hi juges! Pero según Laporta todo esto son “cosas de Madrid”.