Cuando el grajo vuela bajo…
Hace justo un año, tal día como hoy, nos visitaba Filomena, un temporal de frio y mucha, mucha nieve, que nos dejó nuestros campos cubiertos por un precioso manto blanco.
Hace justo un año, tal día como hoy, nos visitaba Filomena, un temporal de frio y mucha, mucha nieve, que nos dejó nuestros campos cubiertos por un precioso manto blanco.
Como si de una idílica estampa se tratase, lo que es necesario para nuestras tierras resulta, paradójicamente, un fenómeno meteorológico que castiga aún más a nuestra fauna.
Los meteorólogos auguran días de frio y nieve, estamos en época de ello, pero no olvidemos que aún el paisaje blanco es idílico, juega en contra de nuestras especies cinegéticas, bien sea a la hora de encontrar comida o en los momentos de refugiarse o esconderse de los depredadores, entre ellos el cazador.
La ley prohíbe cazar con nieve y de ahí que muchas de las jornadas cinegéticas se tengan que suspender. Pero, ¡qué bien nos hace la bendita agua! Y ya lo dice nuestro sabio refranero: "Año de nieves, año de bienes", lo que nos hace mirar la próxima temporada con mucho más optimismo.
Cazar con nieve o, en argot cinegético, "en días de fortuna" —cuando esta cubre de forma continua el suelo o cuando, por causa de la misma, quedan reducidas las posibilidades de defensa de las piezas de caza—, está considerado como infracción grave, con multas que llevan dos o hasta tres ceros. Cosa que es harto evidente.
Pero no podemos olvidar que se prohíbe cazar no sólo porque las especies se encuentran en condiciones desfavorables frente a nosotros, sino porque hacerlo supondría un riesgo muy alto para nuestra seguridad y la de nuestros compañeros de caza por la falta de visibilidad, etc. Un resbalón con el piso helado puede desencadenar en una tragedia.
La sensatez en estos casos tiene que superar con creces nuestra pasión. Y la cordura siempre ha de estar por delante de nuestras ganas por rematar la temporada, muy por encima de cualquier tipo de interés o necesidad económica.
Como siempre, en nuestras jornadas cinegéticas, debemos ser precavidos y adelantarnos a los acontecimientos, y más ahora que nos pueden sorprender nevadas repentinas. Nuestra precaución es el mayor baluarte de seguridad.
Por ello, siempre en nuestro morral deben acompañarnos cosas tan básicas y a la vez tan necesarias como un mechero, un silbato, el teléfono cargado (o incluso con una batería de repuesto) y, cómo no, un buen taco y una navaja.
Al igual, en nuestros vehículos deberíamos llevar ropa de recambio, un botiquín, unas eslingas, además de las recomendables cadenas y esas otras pequeñas cosas que nos pueden resultar útiles en un imprevisto en el monte.
Estas condiciones climatológicas, para un cazador, no son sinónimo de quedarnos en casa, pues, aunque no salga en las noticias (ni va a salir), la mayoría de nosotros estamos en nuestros montes llevando comida a nuestra fauna e incluso liberando animales atrapados por la nieve.
Y si podéis tener la suerte de poder salir a cazar, al igual que el resto del año, que vuestro fiel compañero sea la cordura y la precaución.
Como suelo decir, la caza nunca termina, pues es nuestra forma de vida y está ligada a nuestros montes, haga frío, haga calor…, siempre.
¡Salud y buena caza!