La dormilona

Por tres, por cuatro o saliendo por la puerta, el pádel ha llegado para quedarse como deporte profesional. Por ello, y porque lo mejor está por venir, este blog nace para analizar, valorar e informar sobre la actualidad del mundo de la pala. Pasen a la pista.

Autor: Alberto Bote

LA DORMILONA

Las lágrimas de Martín Di Nenno

El argentino Martín Di Nenno logró en Barcelona su primer título WPT completando una página más de su emocionante historia.

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Martín Di Nenno llora tras lograr el Barcelona Master de World Padel Tour.
WPT

Hay muchos motivos para llorar. Amor, tristeza, rabia, liberación, impotencia o alegría son algunos de esos sentimientos que, de forma natural, acaban aflorando en forma de lágrimas para dejar escapar fuera lo que tanto tiempo llevaba dentro. Y, algunos de ellos, son los que sintió Martín Di Nenno tras conquistar en el Barcelona Master, junto a Paquito Navarro, su primer título World Padel Tour.

Porque la historia de Martín es la de un chico normal. Un chaval que apuntaba para jugador de pádel desde pequeño y que, ya apenas superada la adolescencia, triunfaría de forma precoz junto a Stupaczuk. Tras haber sido ambos un ciclón en Argentina, saltaron al World Padel Tour y en menos de un año se convirtieron en campeones de Challenger, pareja más prometedora del circuito y todo un soplo de aire fresco.

La típica historia de la joven promesa llamada a ser el relevo generacional. El futuro. Futuro que, caprichoso, daría un giro radical a su vida. Un vuelco que todos conocen. Martín vivió un episodio terrible, sufrió la pérdida irreparable de dos amigos -Hernán Rodríguez y Elías Estrella- se fracturó ambas piernas y le obligaron a retirarse con tan solo 18 años. Sí, 18 años.

Pero no no nos detendremos mucho en su ya conocido accidente. Esta es una historia de las de final feliz. Una historia donde la figura de Martín se entiende desde el afán de superación, de la alegría de vivir y disfrutar de aquellas cosas que la vida, cruel y bella a partes iguales, da. De volver a ser feliz.

Porque Martín volvió a nacer, superó aquel bache y regresó a jugar al pádel. Tras tres meses sin caminar, en seis ya estaría empuñando una pala -con evidentes problemas físicos- y dedicaría mucho, mucho tiempo, a la recuperación, rehabilitación y readaptación. Y aún así el profesionalismo quedaba lejos, muy lejos. Pero Martín tenía un sueño, quizá el mismo que no había acabado de cumplir del todo. Él quería jugar al pádel.

Martín regresó al circuito y lo hizo en silencio, sin grandes alardes. Han sido varios los años que muchos dudaron de hasta dónde llegaría. De si recuperaría el nivel al que estaba llamado antes de enero 2016. De que era imposible con todo lo que le había pasado. Pero él tenía muchas certezas y pocas prisas.

En 2017 llegó a cuatro rondas de octavos. En 2018 solo a dos. El cambio llegaría en 2019. Junto a Javi Garrido, joven promesa del pádel español. De previa a alcanzar unas semifinales en Alicante -más otra en el San Javier Challenger-. Y, después, un paso más. En 2020 confirmaría que volvía a ser ese jugador de drive férreo, talentoso, regular y eléctrico con las cuatro semifinales que firmaría.

Di Nenno y Garrido al clasificarse a las semis del Alicante Open 2019 de World Padel Tour.

Di Nenno y Garrido al clasificarse a las semis del Alicante Open 2019.

Un Martín que en 2021, y contra pronóstico, recibiría la llamada de Paquito Navarro. La del mejor jugador español -nacido- de todos los tiempos. Una pareja que levantaría tantas dudas como alabanzas y que no dejaría indiferente a nadie desde el primer torneo. Por enérgicos, expresivos y atípicos. Por la conexión que mostraban dentro y fuera. Y eso ayudó a Martín a crecer y creer. Más. Si es que algún momento de su vida dejó de hacerlo.

El de Ezieza mantenía una clara línea ascendente en su pádel, había mejorado muchas de sus facetas y, aunque tenía cosas por pulir para pelear de tú a tú con los más grandes con regularidad, tenía ante sí la oportunidad por la que llevaba peleando toda una vida. Y a la que había tenido que renunciar, temporalmente, de forma forzosa. Y eso le causaba nervios. Y se notaba.

Las tres primeras finales acusó el cansancio físico o la presión de verse donde tantas veces se imaginó. No sería en Vigo, ni en Málaga, ni en Cerdeña, Sería en Barcelona, a la cuarta. Rompiendo el dicho popular. Porque Martín está acostumbrado a quebrar las reglas de lo escrito.

Di Nenno lograba su primer título WPT en el Palau Sant Jordi y solo podía romper a llorar. Y subirse encima de su compañero. Y besarse con cariño y complicidad las piernas que le han permitido llegar hasta aquí. Y abrazarse a su gente. Una catarata de emociones que dejó fluir y que reenfocó de cara a la entrevista final donde fue capaz de vertebrar un discurso que emociona desde la primera hasta la última palabra.

El Turquito firmaba una gesta deportiva con mayúsculas que trasciende al rectángulo, a lo deportivo e incluso a lo emocional. Lo de Martín es una lección de vida. Es que cuando caes, y duele, levantarse puede costar más, pero lo hace con el mejor de los sabores. Que cuando pierdes hay una lección más valiosa por aprender que por olvidar. Que cuando te centras solo en la meta, te pierdes el camino. Que hasta que se deje de poder, se puede.

Martín Di Nenno demostró al mundo entero que las mejores gestas, las que de verdad emocionan y no se olvidan, son tan simples y complejas como la vida misma. Y lo hizo con la naturalidad que le caracteriza y dejando escapar unas lágrimas que también dibujó en el rostro de muchos. Y él, que en realidad nunca buscó todo esto, lo único que quería era jugar al pádel.