Carol y Ceci, el adiós de una pareja de leyenda
La pareja de World Padel Tour se separa tras 11 años de trayectoria conjunta deportiva y un legado ya eterno.
Se cierra una etapa de época. De ensueño. De leyenda. Carolina Navarro y Cecilia Reiter separan sus caminos deportivos y lo hacen tras 11 excelsos años, un legado eterno dentro y fuera de la pista y un currículum que las sitúa en el olimpo del deporte de la pala.
Y es que La Dormilona de Diario AS puede adelantar en exclusiva que el caminar conjunto de la española y la argentina ha tocado a su fin. A falta de que sea oficial, la pareja hispano-argentina consumará una noticia que para muchos es difícil de creer y que pone punto y final a una etapa deportiva conjunta solo al alcance de muy, muy pocas elegidas.
Porque Carol y Ceci, Ceci y Carol, son, por encima de todo, dos leyendas. Individual y de forma conjunta. Dos jugadoras talentosas, trabajadoras, diferenciales, reconocidas, reconocibles, disruptivas y pioneras que cambiaron su deporte. Muchos -y muy buenos- son los adjetivos que pueden acompañar a su recorrido como pareja y todos, probablemente, no simbolizarían lo que han supuesto para el pádel.
Porque Navarro-Reiter es la pareja que marcó el camino del pádel femenino cuando este, todavía, no sabía hacia dónde se dirigía. Un deporte que era tildado de estratega, lento y aburrido y que basaba en el globo, el no arriesgar y reiniciar el punto su concepción como juego. Pero ellas lo modificaron, apostaron por una concepción diferente y guiaron un estilo que después potenciarían jugadoras como Alejandra Salazar, Mapi y Majo Sánchez Alayeto, Marta Ortega o Ariana Sánchez.
Fue cuando el pádel no arrastraba masas. O no estas. Cuando no había televisión, apenas existía streaming y las redes sociales no potenciaban la fuerza de un deporte ahora imparable. Durante casi cuatro años -3 años y 11 meses- conformaron la pareja número uno del circuito profesional Padel Pro Tour justo antes de que irrumpiera la era World Padel Tour.
Casi cuatro temporadas de dominio mundial que tuvieron su máxima expresión en el 2012, curso que, probablemente, no vuelva a repetirse en el pádel femenino. Ese año, ese pluscuamperfecto año, Carol y Ceci sumaron 8 de 9 títulos en la temporada regular, se proclamaron campeonas del Master Final, levantaron el título de Campeonas del mundo por parejas y sumaron 36 triunfos consecutivos -solo perdieron ante Montes y Pavón-. Números de época.
Hasta que finalizara 2013 Carol y Ceci dominaron el circuito profesional y, desde entonces, no han parado de ganar. Quizá no como antes, seguro que no por estadísticas, pero lo han hecho de mil y una formas más. Han elevado la categoría de equipo a un nivel desconocido en el pádel, han simbolizado el deporte en su máxima expresión tanto en la victoria como en la derrota y, además, se han convertido en el icono perfecto de que, incluso cuando tocas el cielo, el único motor que mueve a un deportista ejemplar está hecho de pasión y esfuerzo.
Ahora, ocho años después, y con 3 títulos y hasta 9 finales más después de coronar la cima del pádel mundial, deciden separar sus caminos. Once han sido los años de trayectoria conjunta que avalan una carrera envidiable en lo deportivo, ejemplar en lo personal y fascinante en lo narrativo.
En su caso no es pronto valorar lo que han hecho. Y es que, incluso, va más allá de los méritos deportivos. Ahora, echando la vista atrás, pueden estar orgullosas de lo que, quizá sin querer, han construido. El pádel femenino está donde está hoy gracias, en una gran parte, a ellas. Y a todo lo que simbolizan. La pasión, el talento, el esfuerzo y la capacidad de reinventarse. No solo en las buenas, sino también en las menos.
Carol y Ceci se dicen adiós y seguro que se permitirán, esta vez por separado, un último capítulo diferente, emotivo y divertido con el que disfrutar del pádel, de otro pádel. Y, eso, se lo han ganado.