Precaución: verano, espigas y perros
Ahora salimos más a la calle y al campo aprovechando las buenas temperaturas y las horas de luz que el verano nos regala. Y como no, acompañados por nuestros perros de caza o no.
Recién estrenada la estación estival, España parece que “controla” la pandemia y se van relajando las medidas de seguridad que se habían tomado para combatir la expansión del coronavirus. Ahora salimos más a la calle y al campo aprovechando las buenas temperaturas y las horas de luz que el verano nos regala. Y como no, acompañados por nuestros perros de caza o no.
Hay que tener en cuenta cuando se sale al campo, que esta temporada conlleva algunos peligros para nuestros perros de caza, como el aumento del número de vectores como las pulgas y las garrapatas, pero también de la presencia de espigas en la hierba. En periodo de media veda hay que tener especial cuidado. ¡Ojo!
Las heridas causadas por las espigas son muy comunes en esta época, pues las altas temperaturas provocan que se sequen y se desprendan.
Normalmente no es difícil identificar si un perro tiene una espiga en el pie o en el oído, pues el dolor y la molestia provocan que se lama la pata afectada, o que agite la cabeza para intentar deshacerse de la espiga en el oído.
Las espigas son las semillas de los cereales envueltas en una vaina dura y alargada, terminada en una punta aguda rodeada de pelillos que crecen en una sola dirección, de forma que una vez que la espiga está sobre cualquier superficie sólo puede desplazarse hacia delante, facilitando que su punta se hinque en ella. Las hay de muchos tamaños, algunas tan pequeñas que son más fáciles de detectar mediante el tacto que a simple vista.
El momento más peligroso para nuestros fieles compañeros de caza comienza cuando las hierbas y malezas empiezan a amarillear, que es cuando las espigas están listas para soltarse por el viento. Y en cuatro días, estará el campo agostado.
La estrategia para lidiar con ellas es sin duda alguna, la prevención, por eso lo más adecuado es evitar transitar por zonas de hierbas crecidas siempre que podamos. En todo caso, no es posible librarse de ellas al cien por cien, y menos en ciertas zonas de nuestros campos.
Además, debemos tener en cuenta la anatomía de nuestro can, mientras que para nosotros una espiga es como mucho un molesto pinchazo en el calcetín o el pantalón, el perro, sea del tamaño que fuere, camina con todo su cuerpo a nivel de las hierbas, lo que significa que puede verse afectado en cualquier parte del mismo.
Y, para más inri, está recubierto de pelo, lo cual facilita que la espiga se quede enganchada al pasar y rozarse con ella. Una vez en el pelo del animal, la espiga avanza hacia delante por el manto hasta toparse con algún obstáculo. Entonces la punta empieza a rozar la piel hasta que hace herida y se introduce dentro de ella. ¡Ups!
Si encontramos la espiga en este punto, en una zona expuesta y clavada sólo por la punta, podemos extraerla nosotros mismos retirando el pelo, desinfectando y extrayendo cuidadosamente con unas pinzas para no romperla.
Después debemos observar al perro para evitar que no se lama la zona afectada y no se infecte. Si la zona no es muy visible, la espiga podría llegar a introducirse totalmente en la piel sin que nos diésemos cuenta y desplazarse dentro de ella. Aquí debe intervenir el veterinario para sacarla.
Las espigas tienen querencia por introducirse entre los dedos de las patas de nuestros perros o hincarse en las almohadillas. Siempre que volvamos de un paseo con nuestro compañero por zonas donde haya podido estar en contacto con espigas, revisaremos exhaustivamente las patas y entre los dedos en busca de la más pequeña de ellas que se haya podido quedar enganchada ahí.
Para prevenirlo es útil en estas fechas recortar lo más posible el pelo de esas zonas. También podemos encontrar las espigas en cualquier otro pliegue de la piel del perro. Por esa razón, también es una buena medida a los perros de pelo largo dejárselo más corto.
Si la espiga se ha metido en algún orificio del cuerpo, ojos, nariz u oídos, no debemos nunca intentaremos sacarla ya que eso probablemente agravará el problema.
Porque una feliz salida al campo con nuestro fiel compañero de caza puede transformarse en una visita de urgencia al veterinario si no tenemos cuidado con las espigas. Por ende, la importancia de revisar bien a nuestros perros si hemos estado en alguna zona donde hay espigas, sobre todo cuando empiezan a estar secas: un buen cepillado es primordial, pasando antes las manos por todo su cuerpo para así verificar bien que no hay ninguna espiga por ningún sitio, poniendo cuidado en mirar bien sus almohadillas, entre los dedos, también sus orejas, la cavidad nasal, la boca e incluso los ojos porque las espigas se pueden clavar en todas estas zonas.
¡Feliz fin de semana y a disfrutar de nuestros perros de caza!