Lebrón: “Sé que mis gestos pueden molestar, pero nunca pretendo ofender”
Juan Lebrón atiende a ‘La Dormilona’ de Diario AS en exclusiva, muestra la persona más allá del deportista y se abre.
Alto, musculoso pero no demasiado, y hoy con gorra, Juan Lebrón (Puerto Santa María, Cádiz, 1995) es el prototipo del jugador moderno de pádel que levanta pasiones y críticas en el aficionado al pádel. Talentoso, con personalidad y presencia escénica, pero mucho más natural y tímido de lo que sus números como jugador de pádel y el World Padel Tour podrían revelar.
Lebrón atiende en exclusiva a 'La Dormilona' de Diario AS y aunque no es puntual, como decía Gandalf, personaje icónico del Señor de los Anillos, "un mago nunca llega tarde, ni pronto, llega exactamente cuando se lo propone", lo hace relajado, con una sonrisa y huyendo del estereotipo de preguntas rápidas y respuestas cortas.
Su lado más personal, las críticas, los gestos y todo lo relacionado con la persona que hay tras el deportista de élite. Todos los temas los resuelve de una forma natural, sencilla y cercana y con la facilidad con la que esgrime su imponente remate antes de la exhibición del Torneo Benéfico Wings for Live World Run en el club Reebok Sports Club de la Finca.
¿Quién es realmente Juan Lebrón?
Juan Lebrón es una persona normal y sencilla. Como cualquiera. Un chico familiar, cercano y muy amigo de sus amigos que juega al pádel como otra persona puede ir a trabajar a una oficina.
Suena un poco a tópico...
Es que sigo siendo el mismo chaval de Puerto de Santa María que se ha criado yendo a tomar el aperitivo antes de comer o echando la tarde en un chiringuito. Estar con la gente que quiero, con gente sana, de verdad, es lo que más feliz puede hacerme.
¿Cómo definirías tu personalidad?
Ante todo soy una persona sincera, no tengo dos caras. Creo que soy natural, sencillo y humilde.
Cómo te ha cambiado la vida en estos últimos 3 o 4 años.
Te diría que, en parte, en nada. Claro que ahora tengo acceso a otras cosas, pero sigo siendo el mismo chaval que tiene su mismo grupo de amigos, que disfruta yendo a cenar a un sitio de tapas a 3 euros o que le gusta una forma de vida sencilla con su novia. Cada vez me gusta menos el postureo.
¿Jugador de pádel se nace o se hace?
Buena pregunta. Hay un poco de ambas. Yo, por ejemplo, nací con una pala de pádel bajo el brazo, pero para llegar a ser el jugador que soy hoy hay que hacerse. Creo que van de la mano. Sin trabajo el talento no da para mucho.
¿Cuándo te das cuenta de que quieres ser profesional?
A los 16 años.
El aficionado ve a Juan Lebrón como un talento puro. ¿Qué hay detrás del número uno del mundo? ¿Es más talento que trabajo?
Hay mucho detrás. Y mucha gente. El trabajo de pádel es fundamental, claro, pero nosotros le damos también mucho valor a la parte física o al plano mental. No es lo mismo llegar en buenas condiciones a un torneo y la confianza que eso te da que llegar cansado o sin estar con ese punto.
Y ahí es donde se da rienda suelta al talento...
Es que yo sé que si no llego bien físicamente mi talento no aparece. No puedo explotar mis condiciones sino me esfuerzo cada día.
De la etapa de menores a la actual, en la que ya eres número uno, en qué más ha cambiado tu forma de entender el deporte.
En todo lo que conlleva ser un profesional. En el esfuerzo, el sacrificio o el compromiso. Y en ser positivo. Cada día es una oportunidad nueva de ser mejor y hacerlo mejor.
Se dice que vives por y para el pádel.
Es que es así. Desde que me levanto a las siete de la mañana es mi ilusión de cada día. Lo lleva siendo años y espero que sea así hasta que me retire.
Te preguntaba al principio de la entrevista quién es Juan Lebrón, pero cómo crees que se ve a Juan Lebrón.
Hay muchas opiniones. Creo que se me ve como una persona amable y simpática. Soy abierto y muy cercano a la gente y suelen decirme que contagio mucha positividad. Obviamente esto pasa más cuando se me conoce de tú a tú.
¿Por que crees que no sé ve así dentro de la pista?
Dentro de la pista somos otras personas. Pero todos, no solo yo. Es nuestro trabajo. Nadie es igual en una cena romántica con su pareja que cuando vas a ganar un torneo de World Padel Tour. Las opiniones cambian, sí, pero es lógico. No pensarán lo mismo de mi en Argentina, por ejemplo, que en Puerto de Santa María.
Cuánto cambia el Lebrón de dentro y fuera de la pista.
Ser, soy el mismo, pero el que está dentro es el Lebrón motivador y ambicioso. El que salta a la pista quiere hacerlo lo mejor posible, mostrar al público un buen espectáculo y hacer valer todo lo que hay detrás como te comentaba.
Pero son sonados tus cabreos.
Puede parecerlo, pero eso no quita que esté cien por cien concentrado en lo que tengo que hacer.
¿Crees que los gestos o el lenguaje corporal, que a veces es tan criticado, te perjudica de cara al aficionado?
Obviamente al espectador le puede molestar, soy consciente, pero no lo hago queriendo. Y nunca pretende ofender a nadie. Como te decía soy natural en la vida cotidiana y también en el pádel. Nadie es perfecto.
Pero a qué se debe.
No lo sé, pero no lo hago queriendo. Es que si no estaría loco (se ríe). Soy muy expresivo y creo que tiene una gran parte de auto exigencia porque sé hasta dónde puedo dar. Quizá sea más difícil explicarlo que vivirlo.
Pero muchas veces es de cara a tu compañero.
Soy autoexigente y exijo a mi compañero, claro. Pero nunca hay una falta de respeto. Mi trabajo es ganar, auto exigirme y exigir lo mejor de mi compañero. Pero jamás mi intención será faltar al respeto a la persona que tengo al lado.
¿Qué supone la parte sufriente para ti, Ale Galán, en este caso?
Es mi media naranja deportiva. Si tengo un día malo, sé que él va a estar ahí. Y viceversa. Nos contagiamos positivamente gracias también a Mariano Amat y Jorge Martínez. Este año estamos creciendo mucho. Creo, y resalto el creo, vamos a ir a más.
Sabes que hay quien os ha comparado ya con Juan y Bela, incluso. ¿Estáis llamados a marcar una época?
Uffff (se ríe ampliamente). Mi intención es estar mucho tiempo con él y estar arriba. Sean uno, tres o los años que sean. No sabemos cuánto será, pero queremos ser los números uno todo lo que se pueda.
Si sentáramos a una fan tuyo a nuestro lado y te dijera que le encanta tu juego, pero no comulga con esa actitud que comentábamos, ¿qué le dirías?
Lo primero, gracias por seguirme. Y lo segundo, lo siento mucho. Intento mejorarlo, intento cambiarlo, pero a veces me sale natural. Pero también me gustaría que se valorara que soy el mismo que, a veces, hace esos gestos dentro de la pista, pero también que jamás rehúye una foto o que siempre está para firmar un autógrafo o charlar con un fan. Creo que a veces olvidamos el lado humano.
Este tema tuvo su punto álgido en los cuartos de final de Madrid. ¿Cómo lo viviste?
Sinceramente, creo que fue una falta de respeto. No solo para mí. Para mis compañeros que estaban en la pista y para el propio pádel. No es propio de la afición que tenemos en este deporte.
¿A qué crees que se debe esa reacción?
Me descolocó porque no creo que fuera especialmente exigente aquel día con mi compañero. Pero cada uno se lo toma como quiere. Creo que aquel día se equivocó la gente que reaccionó así y que alguno que otro vino a pasar facturas.
¿Cómo te fuiste a casa ese día?
No me fui bien, obviamente. Intenté abstraerme un poco del tema y centrarme en lo deportivo que era que no jugué bien y que si perdimos fue porque Stupa y Álex Ruiz fueron mejores.
¿Es una moda criticar a Juan Lebrón?
No lo sé, pero no me importa. Cada uno es libre de hacer lo que quiere. Yo tengo que centrarme en seguir con mi trabajo.
Uno de los temas que, afortunadamente, más está de actualidad es la salud mental. También en el deporte. ¿Cómo de importante es para ti tener un psicólogo deportivo en tu staff?
Yo llevo ocho años trabajando con mi psicólogo personal y estoy muy, muy agradecido. Me ha ayudado mucho a canalizar mis emociones tanto en el plano personal como deportivo.
Más allá de lo deportivo, en qué te ha ayudado en lo personal.
Me ha enseñado a ordenarme y mantener una línea recta porque si no la curva de mi vida se torcería.
Antes hablabas de gente sana y del entorno, ¿se acercan ya perfiles interesados a los jugadores de pádel?
Claro. El pádel te permite conocer gente muy interesante, pero no toda. Me pasa con los sponsors, que yo busco establecer un vínculo familiar y no solo una relación de te promociono y te cobro. De hecho sigo manteniendo una relación buenísima con patrocinadores que ya no están conmigo.
Siendo tan abierto como dices, quizá sea más normal que se acerque gente menos sana.
Sí, pero no soy tonto. De hecho me considero bastante listo en mi trabajo. Me gusta mucho una frase que dice “como mucha gente no reconocerá tu trabajo, apláudete tu mismo”.
Primer número uno español, pareja uno de WPT, componente de la pareja llamada a marcar los próximos años y, sin embargo, te siguen acompañando todos estos temas. ¿Cansa?
Tiene que haber de todo. La irrealidad que vivimos los profesionales es nuestra realidad. Yo tengo problemas como los puedes tener tú. La vida en sí misma es presión y todo depende de cómo la gestiones tú.
Pero contrasta mucho este Lebrón calmado y hasta tímido con según qué temas con el que proyecta esa imagen opuesta en la pista. ¿Cómo lo cambiarías?
Es una cuestión de tiempo que se me conozca. Creo que se tiene una percepción equivocada sobre mí y ojalá con el tiempo cambie.
¿Cómo te gustaría ser recordado?
Cada uno como lo que quiera. Si he sido un gran jugador, pues bien, si no, pues como alguien sencillo. Yo viviré una vida normal y cotidiana que, a veces, se echa mucho de menos.
Unas preguntas rápidas para acabar.
Dale.
Tu mejor amigo dentro del pádel.
Ale Galán.
Tu mejor y peor momento
El mejor, cuando volvimos del confinamiento. El peor, un par de etapas en 2014 y 2017.
De quién has aprendido más.
De Juan Martín y Reca. Son dos tipos excepcionales a los que admiro.
¿Tus ídolos?
Rafa Nadal y Cristiano Ronaldo.
Un título WPT a conseguir.
El de Buenos Aires (se ríe).
Un deseo
Los deseos, si se dicen, no se cumplen.
Un objetivo vital, entonces.
(Se ríe pensativo) Estaría muy bien casarme con mi novia en unos años.