La Vía Verde de la Sierra: Un paraíso gravel en Cádiz
Esta ruta, que une los pueblos de Olvera y Puerto Serrano, tiene un recorrido accesible y numerosos atractivos para una maravillosa experiencia cicloturista
Hoy os traigo una ruta por un lugar precioso y desconocido para esa gente que se está animando en los últimos años con esto que se ha dado en llamar ‘Gravel’, pero que para mí es el MTB de toda la vida porque como técnicamente soy nulo sólo iba por carriles y no por veredas. Nos vamos a ir a la Sierra de Cádiz. ¿Sierra? ¿Cádiz? Pues sí.
Alguna que otra vez ya os he hablado del puerto por excelencia de la provincia, el Puerto de las Palomas, que sale desde Zahara de la Sierra en su vertiente más famosa. Esta vez nos vamos a ir a otro sitio: al pueblo de Olvera, a unos 30 kilómetros de Zahara -o sea, si vamos en bici de carretera se puede hacer una ruta apañada hasta Grazalema metiendo Las Palomas-. Entre las estribaciones de la Sierra de Grazalema, Sierra Sur de Sevilla y -algo más lejos- Serranía de Ronda, en un entramado montañoso, se alza esta localidad gaditana digna de visitar y que ha sido distinguida como Capital del Turismo Rural 2021. Típica arquitectura de pueblo blanco, unos 8.000 habitantes, una señora fortaleza y la hospitalidad de cualquier gaditano.
Desde allí, concretamente desde la estación, parte la Vía Verde de la Sierra, conocidísima entre la gente de Cádiz y Málaga y que con estas líneas espero que despierte también vuestro interés. La vía llega hasta la localidad de Puerto Serrano -tierra, por cierto, del ex profesional Sergio Carrasco-, con un recorrido de unos 36 kilómetros. De ellos, unos 8 son sobre asfalto y el resto es un camino de grava propio para las bicis gravel.
El camino hacia Puerto Serrano es claramente favorable al principio para convertirse después en un falso llano, siempre ligeramente descendente. Por eso quizá compense más hacerla al revés, que el trazado siempre es ascendente y se va haciendo más duro a medida que nos acercamos a Olvera. De todas formas, para quienes quieran meter kilometraje, la vía de ida y vuelta suma un total de 72 kilómetros.
Los atractivos del trazado son numerosos. Desde el paso de varios viaductos hasta los casi 30 túneles que se atraviesan a lo largo del recorrido, muestra clara de que nos encontramos en una verdadera ratonera de montañas. Hay que tener en cuenta que la vía no es exclusiva para ciclistas, sino que también la usan viandantes y senderistas. Sobre todo en los túneles, donde además es fundamental llevar alguna luz para ser visto, si bien la mitad de ellos están iluminados.
Algo curioso de todo esto es que no se trata de una vía que se haya realizado con el ‘boom’ del turismo rural, sino que más bien se aprovechó en su momento la infraestructura que dejó una antigua vía ferroviaria de los últimos años 20 que no llegó a concluirse. A finales del siglo pasado, se reconvirtió para potenciar el turismo de naturaleza en la zona.
Además, hay cinco estaciones a lo largo del recorrido -la de salida y llegada y otras tres en medio para hacer parada si se quiere. Una de estas estaciones es la de Coripe, pueblo ya de la provincia de Sevilla, en la que también se puede tomar un camino que desvía unos cientos de metros para ver la Ermita de Nuestra Señora de Fátima y el Chaparro de la Vega, un árbol que tiene nada menos que 600 años de edad.
En definitiva, un lugar único que estoy convencido de que os va a gustar. En el recorrido se vienen salvando unos 550 metros de desnivel positivo, por lo que es bastante accesible en general. Espero que algún día lo visitéis. Y, por supuesto, una vez hecha la vía… ¡no dejéis de disfrutar la gastronomía de la zona!