Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

MENTALIDAD IMPARABLE

Celebrar, agradecer y reconocer: sin fiesta no hay compromiso

El reconocimiento y agradecimiento hacia los demás moviliza emociones muy poderosas en el equipo.

Koke Resurreccion of Atletico de Madrid with the Trophy of La Liga during the 2020/2021 spanish league, La Liga, Champions Trophy award ceremony celebrated at Wanda Metropolitano stadium on May 23, 2021 in Madrid, Spain.
 AFP7 
 23/05/2021 ONLY FOR USE IN SPAIN
AFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

La casualidad ha hecho de este fin de semana una fiesta lejos y fuera de nuestras fronteras. El mismo día que Eurovision vivía su propia fiesta particular en Rotterdam (con España sin motivos para celebrar nada), LaLiga cerraba la temporada evidenciando aún más que ésta ha sido la más disputada y discutida de los últimos tiempos. Lejos quedan ya las admiradas ‘ligas de los 100 puntos’ de unos pocos. Esta temporada ha sido diferente y el aficionado también lo celebra.

Con un líder claro desde la novena jornada, pero sin un ganador certero hasta la última, la fiesta la ha disfrutado el conjunto colchonero rubricando un desenlace muy fiel a su estilo: sufriendo prácticamente hasta el final. El gol de Luis Suárez confirmaba lo que era una cuestión de justicia -y su propia reivindicación personal-. El Atlético de Madrid, sin ser perfecto – especialmente en la segunda vuelta- sí ha sido el más sólido. El rival que ni FC Barcelona ni Real Madrid han sabido batir.

La satisfacción de ganar un título con un colchón de puntos de margen es lo que los médicos del corazón recomiendan, pero la alegría de ganar en el último partido es algo que hace historia y queda en la memoria del aficionado, el club y sus jugadores. Este año los del Cholo han escrito la suya y, como merecían, lo han celebrado. Han sabido resistir y pelear hasta el final. No han sido perfectos, pero su resiliencia los ha hecho campeones y eso hay que celebrarlo.

Las imágenes de Luis Suárez, Marcos Llorente, Oblak, Correa, Savic y compañía en el Zorrilla son para el recuerdo. Era necesaria celebrar la victoria y, sobre todo, la confianza incombustible de un técnico que ha creído desde el primer minuto y se lo ha inculcado a sus jugadores. Como Correa, que la tarde del sábado explicaba que Simeone siempre le dice “que no lo piense, que le pegue con la punta”. Su confianza bien valió medio título, conseguido al firmar el primer tanto ante el Valladolid -que se jugaba su descenso y que necesitaba ganar para tener alguna oportunidad de permanecer en primera-.

Cholo confió, como ha hecho siempre. Se mantuvo sereno y calmado, como cuando un padre observa a su prole disfrutar ajena a todo en el parque. Resistiéndose a una euforia que finalmente brotó cuando, precisamente, sus jugadores le buscaron para mantearlo. Ellos también querían agradecer y reconocer esa confianza y fe en su trabajo. Porque celebrar la victoria es reconocer el trabajo y ponerlo en valor, algo imprescindible para seguir creciendo. Y el Atlético y el Cholo saben que aún pueden dar más.

La celebración genera unas emociones particulares y particularmente necesarias. Hablamos de reconocer el talento y agradecer el trabajo, esfuerzo y constancia de quien lo ha hecho posible. El reconocimiento es una actitud muy importante: no solo fortalece a la persona que lo recibe, da seguridad y afianza su compromiso, algo que el Cholo ha mostrado desde que ganó su primer título como técnico en la temporada 2013-2014.

Agradecer, reconocer y celebrar nos sirve de apoyo en nuestro proceso de aprendizaje y nos ayuda a identificar nuestras fortalezas, valores y puntos ciegos. Pero hay más: el reconocimiento hace protagonista al otro de sus logros y lo empodera, haciendo al deportista -o en este caso al equipo- responsable de sus acciones y valedor de las cualidades que lo han llevado al triunfo.

El reconocimiento es un motor imprescindible para generar la energía necesaria capaz de mover a las personas y a los equipos y enfocarlos hacia sus objetivos. Algo que hemos visto siempre en otro entrenador de éxito que este año se ha quedado en blanco: Zinedine Zidane.

El técnico francés se distingue por agradecer -sin adular- el trabajo de su equipo y el sábado antes del partido que lo enfrentaba al Villarreal no fue una excepción. Su trabajo, esfuerzo y confianza en el equipo, que ha peleado hasta el final, le ha valido el reconocimiento de sus jugadores en un momento clave para él en el que se cuestiona no tanto su trayectoria, sino como sus resultados.

Zidane sabe que el reconocimiento no solo entiende de victorias: puede ser otorgado tanto para la tarea bien hecha, como para el esfuerzo, el intento de mejorar, el compromiso o la responsabilidad, entre otros. Dar las gracias es una oportunidad de celebración y de reconocimiento a los demás por lo que han hecho y lo que significan para nosotros y eso es algo que, pase lo que pase con el futuro de Zidane, forma parte de su esencia.

Celebrar genera alegría, confianza, complicidad, fluidez, cohesión y seguridad. Todas ellas son emociones potenciadoras que sirven para construir y consolidar las relaciones personales y profesionales, tanto a nivel individual y de equipo. Unos cimientos vitales para encarar los desafíos de la próxima temporada. Pero, ¿qué sucede cuando no existe reconocimiento y no damos paso a la gratitud?

Hoy celebrar nos parece casi una obligación, pero algunos deportistas se resisten a ello. Pueden pensar que el trabajo no ha sido suficiente o que celebrar puede dar paso al relajamiento, pero esto no tiene por qué ser así. Las emociones que se generan cuando falta el agradecimiento y el reconocimiento son frustración, pérdida de motivación, baja autoestima, desconfianza, falta de apertura, frialdad y en la mayoría de casos una comunicación tóxica.

Como profesional enfocada en el rendimiento y la mejora de resultados en deportistas y profesionales, he comprobado que aquellos que practican el agradecimiento con ellos mismos y con sus compañeros consiguen un equipo más cohesionado, comprometido y responsable, además de conseguir relaciones más armónicas y conectadas.

¿Quién puede permitirse el lujo de no celebrar el trabajo bien hecho? Por el Atlético no será.