Las nuevas etiquetas de la DGT traerán polémica
Está previsto un cambio legislativo con la clasificación ecológica que puede acabar con las ventajas de algunas tecnologías.
Fue en 2016 cuando la Dirección General de Tráfico (DGT) lanzó un sistema de etiquetado de los vehículos para calificar su eficiencia. Una regulación ambiciosa que penaliza a los más contaminantes y beneficia especialmente a los eléctricos pero que, como la mayoría de las normas, ha ido quedándose obsoleta con el paso del tiempo y la evolución de las tecnologías en la automoción.
Se prevé así una remodelación significativa en el etiquetado medioambiental en los próximos meses, en concreto se estima que en el próximo mes de julio podría ser ya efectiva. Importante tener muy claro, en primer lugar, que esta modificación no tendrá obviamente efectos retroactivos: los coches ya en circulación mantendrán la calificación que se les otorgó en el momento de su matriculación en base a la legislación vigente.
Dicho esto, la DGT pretende subsanar algunas incoherencias que se han ido desarrollando con el avance tecnológico de los motores, sobre todo en materia de electrificación. Los modelos que deberían verse más afectados son los que se mueven entre dos aguas, los que recurren a la asistencia eléctrica como complemento a un motor de combustión. Es el caso de los denominados híbridos suaves o microhíbridos, con sistemas eléctricos de 24 o 48V que realidad no aportan movilidad al vehículo, sino que descargan de trabajo al motor apoyando a otros componentes auxiliares.
Para ellos y para los coches más avanzados con propulsores de gasolina y diésel se contempla la posibilidad de crear una nueva etiqueta D, que los califique justamente como muy eficientes pero les separe también de otras opciones con un nivel de electrificación superior, como son los híbridos autorrecargables y los híbridos enchufables.
La etiqueta 0 se pondrá más 'cara'
Otro desajuste que la DGT intenta subsanar es el de los híbridos enchufables, aquellos qua disponer de una autonomía eléctrica superior a 40 kilómetros y tienen la misma consideración que un eléctrico puro. Todos los fabricantes, como no podía ser de otro modo, han lanzado versiones con baterías de la capacidad necesaria para cubrir esta distancia y obtener así la etiqueta 0 y todas sus ventajas, pero lo cierto es que su eficiencia es incomparable a la de un propulsor 100% sin emisiones.
Los conocidos genéricamente como PHEV (por sus siglas en ingles) resultan una excelente alternativa… siempre que el usuario se tome la molestia de cargar la batería para poder circular en modo eléctrico. Porque en caso contrario, se trata de automóviles más pesados, y por tanto con mayor consumo, e incluso en ocasiones muy potentes: no tiene sentido que algunas marcas propongan híbridos enchufables de 300 CV, de prestaciones altísimas y un gasto de combustible muy elevado en cuanto la batería dice adiós, lo que suele ocurrir incluso antes de la distancia homologada.
Así que no sería de extrañar que los responsables de Tráfico legislen para que los nuevos híbridos enchufables se encuadren en la categoría ECO junto a los híbridos convencionales, perdiendo así la mayor parte de las valiosas ventajas de la etiqueta 0. También podría ocurrir que para acceder a la calificación más ventajosa se incrementen las exigencias de electrificación, por ejemplo con autonomías superiores. Sea como fuere, una cuestión a tener muy en cuenta para quien pretenda acceder a esa etiqueta 0 con el acertado compromiso de un híbrido enchufable es hacerlo lo antes posible. Por lo que pueda ocurrir a partir de julio…
La reivindicación de las motos
En este contexto de cambio legislativo, el sector de la moto se ha puesto en marcha para intentar mejorar la situación de los vehículos de dos ruedas con motor. Los modelos eléctricos están catalogados, lógicamente, con la etiqueta 0 libre de emisiones, pero el conflicto llega con las motocicletas de última generación que cumplen la normativa Euro 5.
Con argumentos totalmente comprensibles, la patronal del sector reclama que estos vehículos pasen a estar considerados como ECO, puesto que sus emisiones son muy inferiores a las de cualquier moto con la actual etiqueta C y, por supuesto, a un automóvil con esa misma calificación ECO. Y a Anesdor no le falta razón. De hecho, el fomento del uso de la moto, sobre todo en el entorno urbano, resultaría determinante para reducir la contaminación por tráfico en estos núcleos tan saturados de vehículos.
En los próximos meses se irán conociendo más detalles respecto al trabajo que está realizando la DGT en colaboración con el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, de modo que los fabricantes puedan ajustar sus gamas y tecnologías a este nuevo marco legal. Y lo dicho, si alguna de las propuestas actuales es la que necesita un usuario, lo más inteligente es lanzarse a por ella antes de afrontar la incertidumbre que pueden acarrear todas estas novedades.