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SIN CADENA

Autosuficiencia: la variante más ecológica del cicloturismo

Esta actividad consiste en realizar rutas o viajes dependiendo lo menos posible de elementos externos y se basa en un contacto casi total con la naturaleza

Actualizado a
Autosuficiencia: la variante más ecológica del cicloturismo
Foto: @Lillomonte

En este espacio hemos hablado muchísimo de lo que el cicloturismo supone como vehículo para el movimiento de la economía en aquellos lugares que se posicionan para recibir ciclistas. Esta vez vamos a cambiar totalmente de tercio y nos vamos a ir a la parte contraria: esa variante del cicloturismo que supone el menor gasto posible.

Se conoce como cicloturismo autosuficiente y consiste en hacer viajes o rutas –normalmente de varios días, y con varios se incluye un número indeterminado que casi puede ser el que quiera el usuario- donde se trata de depender lo menos posible de elementos externos a la bici.

Y esto, por supuesto, implica también que el gasto diario de cualquier energía que no sea la física se reduce al mínimo. Nada de enchufes, nada de hoteles. Todo en la naturaleza –o, en todo caso, en el entorno donde el usuario quiera realizar su ruta- con una bicicleta, el equipaje y las piernas de uno mismo. El único gasto más o menos fijo es el de alimentación, porque es muy complicado buscarse comida solo en mitad del campo.

Sin embargo, el hecho de que durante los viajes el gasto sea mínimo –básicamente comida y poco más- no quiere decir que uno pueda irse mañana mismo a la aventura. Se necesita una inversión previa en algo de equipamiento. Qué menos que un saco para poder dormir al raso, o una tienda de campaña para los más ‘exquisitos’. A partir de ahí y de la alforja con ropa para poder cambiarse, ya el resto es según lo preparado que se quiera ir.

Por ejemplo, una de las opciones es buscarse un panel solar al que poder conectar el GPS. Los hay en el mercado por unos 100 euros, y permiten tener energía para conectar el dispositivo que sea y darle vidilla. Una opción más económica es una batería externa, pero también es cierto que la vida útil es menor, por lo que tendría que ser para un viaje más corto o llevar varias, porque es verdad que ocupan poco espacio. O, ya para los ‘pro’ de la autosuficiencia, tirar del mapa de papel de toda la vida, eso también. Para comer, hay hasta pequeños equipos de cocina, hornillas de viaje y pequeñas bombonas de gas con la que poder calentar comida. Todo esto tiene unos gastos previos a iniciar el viaje.

Otro de los aspectos importantes a tratar es la higiene tanto de ropa como personal. Ahí ya depende de lo ingenioso que sea cada uno. Como haber hay, para los bolsillos más desprendidos, bolsas portátiles de ducha. Otra opción es buscarse la vida para bañarse en un río –esto en invierno igual no es lo más recomendable-, o algún polideportivo de un pueblo que encuentre uno a su paso.

Así que ya veis. No es que sea una inversión prohibitiva en general, pero sí hay que tener en cuenta que para irse solo a la aventura y desconectar de la civilización es fundamental tener algunos preparos. Los poquitos que conozco que ha practicado esta modalidad dicen que la experiencia es intensa, permite dar un respiro importante a la cabeza de las cosas que lastran el día a día y, sobre todo, destacan lo bonito de despertar un día en mitad de la nada. Eso después de acostumbrarse a los ruidos de la vida natural, que las primeras noches suelen ser de poco sueño. Si tú la has practicado, puedes dejar aquí los comentarios y dar algún consejo más sobre cosas fundamentales. ¡La experiencia es un grado!