Días de fortuna
En el mundo de la caza existen los llamados “días de fortuna” en los que, por circunstancias excepcionales como incendios, epizootias, nieblas densas, inundaciones o nieve.
En el mundo de la caza existen los llamados “días de fortuna” en los que, por circunstancias excepcionales como incendios, epizootias (enfermedades que atacan simultáneamente a varias especies), nieblas densas, inundaciones o nieve entre otras, las capacidades de defensa de las especies cinegéticas se ven mermadas.
En este caso, estaría prohibida la caza. Lo que justifica los días de fortuna es, en definitiva, la limitación de la capacidad de defensa de las piezas de caza. En concreto, no son días de fortuna los de niebla, los de nevadas, cuando ésta cubra el suelo de forma continuada, ni la oscuridad de las noches, por supuesto.
Desde el siglo XVI las leyes prohibían cazar en días de fortuna, prohibición que ni mucho menos, se respetó. Pero antes, los días de fortuna y nieve eran los mejores para cazar y a ello se dedicaban con deleite los cazadores de aquella época.
Esto afecta a todas las especies cinegéticas sin excepción. Si bien, en el caso de la nieve -que no es día de fortuna, según las leyes-, hay que recordar la excepción de la caza en alta montaña y la de ciertas especies migratorias.
Siempre se ha dicho, que enero es el mes es ideal para montear: las reses derrochan instinto, los perros están en plena forma y el montero ya ha cogido su sitio a la sierra. Pero cabe recordar cuando no está permitida la caza:
1.- Prohibido cazar en días de nieve, cuando ésta cubra de forma continua el suelo o cuando por causa de la misma queden reducidas las posibilidades de defensa de las piezas de caza.
2.- Alta montaña: Con presencia de nieve cubriendo el suelo de forma continua, se autoriza exclusivamente la caza mayor en las modalidades de montería, gancho y batida y rececho de cabra cuando la capa de nieve no sea superior a 15cm.
Así pues, y cumpliendo con la normativa si optáis por echaros al monte en estos días, recordad que una cosa es disfrutar monteando, y otra bien distinta es pasar penalidades en la sierra, y con un riesgo añadido.
Sencillamente, porque nuestro organismo no está acostumbrado a soportar sin ninguna protección temperaturas muy bajas como las que marca el termómetro estos días.
La práctica de esta actividad cinegética, nos obliga a los monteros a permanecer varias horas sin apenas movernos del puesto desde su comienzo, hasta que la cacería llega a su fin.
Antes de salir de casa es preciso tomar las precauciones necesarias para aguantar una jornada en un medio desacostumbrado y hostil: cuiden la alimentación, la ropa mejor que sobre, y llevar buen calzado.
Mi consejo es que durante esta época del año salgan siempre bien guarnecidos al campo, sin fiarse jamás de aquellos días de enero en los que el sol inunda de luz los valles y los portillos más altos: ¡Cuidao! De que nos toque en el sorteo un puesto de solana a otro en una umbría, la diferencia de temperatura puede ser abismal.
No exagero si les digo que de un puesto al solano en el que el termómetro al mediodía llegue a marcar entre 10 o 12ºC, y otro en umbría que puede estar perfectamente a unos 5ºC, oscilaciones muy frecuentes, la diferencia entre una y otra postura sería de unos 15º a 18ºC.
Y no digamos nada si además el viento es norte y racheado, en estos casos la sensación térmica de frío aumenta de manera exponencial la sensación. Ojo con esos días, en los que aparte de las gélidas temperaturas el viento sopla con fuerza.
O los días despejados, en los que el sol inunda de luminosidad y no se ve ninguna nube en el horizonte, si la escarcha alfombra el suelo y el viento arrecia, sin duda, son los más fríos.
Muchas veces no le damos la importancia que tiene la exposición continuada a las bajas temperaturas sin llevar la protección adecuada y no debiera ser así. En ocasiones es por simple descuido y en otras por no querer ir al puesto con exceso de ropa, sólo pensando que las prendas puedan molestarnos a la hora de disparar ante la dificultad que entraña encarar el arma y apretar el gatillo con los guantes puestos.
Pues no, jamás vayan desabrigados al puesto durante los meses de invierno, es preferible fallar una res que jugar con la posibilidad de poder sufrir congelación en alguno de nuestros miembros.
Y, por último, procure desayunar caliente y abundante antes de empezar a cazar, y olvide el alcohol, pues aparte de no aportar calorías es un vasodilatador que lo único que produce es una pérdida de calor.
¡Salud y buena caza!