Cuestión de género en el deporte
Como podemos lidiar con la segregación por género y porque no existe consenso sobre una cuestión tan actual.
Siempre escuche la idea de que para evitar polémicas, era conveniente evitar temas relacionados con política, sexo o religión. En esta ocasión saltaremos al vacío tratando la cuestión de género en el deporte, una situación que no deja de generar debate y cuya polémica parece altamente probable continúe aumentando.
Partiremos de una premisa que en condiciones normales debería darse por sentada, pero que con una crispación y polarización cada vez mayor conviene incidir. La practica del deporte es especialmente saludable y es encomiable y debe fomentarse para cualquier persona independientemente de su género (incluso ideología política o religión dicho sea de paso). El problema aparece cuando incorporamos el elemento competitivo a dicha practica y debemos analizar si debe primar el valor de la equidad física e integridad de la competición u otra consideración de orden social.
Desde principios del siglo XX ha existido una importante lucha feminista para promover la participación de las mujeres en las diferentes modalidades deportivas y la imagen de Kathrine Switzer, la primera mujer que logro correr un maratón en 1967 y que lucho contra prejuicios e incluso contra el propio comisario de la carrera, es parte de la historia del deporte y ejemplifica la batalla que algunas atletas han tenido que abanderar.
Quizás una imagen mucho más desconocida, es la que se inmortalizo unos años más tarde en la que dicho comisario de la Maratón la dio un beso y en palabras de Switzer se hicieron amigos. Una barrera que parecía superada en los años 70 y casi 50 años después siguen apareciendo polémicas al respecto. Si bien inicialmente la separación por género tenia un evidente componente de marginación hacía las mujeres, dicha separación responde hoy en día a un criterio de protección y de visibilización de la mujer, que de otro modo quedaría en una situación verdaderamente discriminatoria.
Puede parecer evidente que en un ámbito como el deportivo en el que la complexión y forma física son esenciales, deba existir una categorización y la regla general es la separación de categorías entre masculino y femenino (en algunas disciplinas deportivas dichas categorización también responde adicionalmente a peso corporal incluso dentro de un mismo sexo). Si bien digo puede parecerlo, en la practica no lo es tanto y recientemente leía una noticia que me hacía reflexionar sobre esta cuestión y en definitiva originar estás líneas.
La jugadora de futbol japonesa Yuki Nagasato, fichaba por un equipo masculino y era tildado de histórico y de un paso adelante hacia el futbol mixto. Si bien carece de sentido una competición deportiva entre hombres y mujeres enfrentados pese al gran atractivo mediático que tiene, hacerlo en un deporte con contacto físico puede ser muy peligroso. Algunos deportes individuales como el golf con casos famosos como el de la talentosa Michelle Wie, han intentado dar el salto invitándola a numerosos torneos pero tras haber participado en más de 17 torneos nunca ha llegado a pasar el corte.
Esta cuestión no resta ningún merito a ninguna mujer, ni debería resultar polémica en modo alguno, son categorías de competición diferentes, y en múltiples casos empíricamente evidentes, sin embargo cuando por ejemplo algunos referentes como John McEnroe, Toni Nadal, David Ferrer u otros han afirmado que una de las mejores atletas de todos los tiempos, Serena Williams, no podría competir contra el 100 o 200 del circuito masculino, ha generado gran polémica y ha sido inmediatamente tildado de sexista.
El Siglo XXI parece traernos esta polémica potenciada y multiplicada con la dificultad que entraña la categorización del deporte Trans y la compleja y dispar normativa que por motivos de calado (y por pisar charcos de uno en uno), dará para otra reflexión pero apuntare brevemente. Esta misma semana podía leer el titular "Indignación en la comunidad LGTB por la prohibición a las trans de jugar al Rugby femenino".
Debemos velar en todas las entidades deportivas por principios de absoluta tolerancia y respeto así como ir integrando políticas de diversidad para ayudar a todos a sentir el deporte como un refugio, pero es importante velar por los derechos de las mujeres que han luchado durante décadas y ya existen grandes figuras como Martina Navratilova (históricamente referente del colectivo LGTB) que ha alzado la voz tildando esta cuestión de "locura y engaño· y ha sido duramente censurada por ello.
El motivo que considera World Rugby no es ideológico, sino que alega que "actualmente no se puede garantizar la seguridad y la equidad para las mujeres que compiten contra las mujeres trans en el rugby de contacto". Si bien en otros deportes ya nos estamos encontrando con paradojas en donde deportistas Trans están pulverizando récords de categorías femeninas y acaparando las diferentes becas deportivas sin tener en muchos casos que estar en un proceso de transición u hormonal de ningún tipo, cuando hablamos de deportes de contacto entra en juego la cuestión de poder garantizar ya no la integridad o justicia de la competición, sino como mínimo la seguridad de las participantes.