La reconciliación con la bicicleta después del confinamiento
Dos meses después de que los españoles recuperásemos la posibilidad de salir a la carretera, estoy disfrutando del ciclismo como hace mucho tiempo
Tengo que admitir que mi relación con la bici ha sido un poco amor-odio desde que empecé a montar en serio con 13 años. Hace ahora 20. Que, por cierto, mientras lo escribía me he asustado de lo rápido que ha pasado el tiempo. Ya me ha pasado varias veces que he conseguido mantener una continuidad –en esto no hay otro secreto y eso lo sabe cualquiera que esté medio familiarizado con este deporte- y, justo cuando me encontraba ya físicamente fuerte, por unas razones u otras me aburría, se me quitaban las ganas de seguir y me pegaba un tiempo parado.
Hace ahora más o menos un mes os conté sobre mis problemas para bajar peso después del período de confinamiento. Y en este caso me vuelvo a hacer protagonista del blog por unas cuantas líneas sólo para contaros que por fin esos problemas han desaparecido. El viernes pasado llegué a mi peso más bajo desde finales de febrero, por fin. Y, aunque es cierto que no estoy entrenando todo lo que me gustaría porque el trabajo me lo impide, sí que estoy manteniendo una regularidad.
De hecho, puedo decir que, de los últimos dos años, probablemente esté en el momento en que más disfruto de la bici. Haciendo salidas de lo que me da tiempo, pero los fines de semana rondando las dos horas y media. Además, a pesar de que todavía no me encuentro en forma y que sigue habiendo algunos kilos de más, estoy empezando a ser capaz de poner ya un buen ‘trote’ cuando ruedo y mantenerlo. Lo que viene siendo la velocidad crucero.
Como salgo solo, he ido ‘haciendo amigos’ en la carretera a base de engancharme a grupos que me pasan y con los que luego voy haciendo kilómetros, lo que me viene bien primero para no ir siempre al trantrán, y segundo porque una vez me meto en un grupo soy de los que no me gusta quedarme a rueda. Entro en los relevos y hago lo que puedo. Si me caliento demasiado o cambian de camino, vuelvo a mi ritmo y aquí paz y después gloria.
Por el momento, eso sí, casi todo lo que estoy haciendo son rutas planas por la línea de la costa. Con los horarios que tengo, meterse ahora para el interior es sinónimo de freírse si no es a primerísima hora de la mañana. La idea es ir empezando a meter subidas poco a poco e ir variando terrenos.
¿Y cuál es el objetivo? Pues ahora mismo, ninguno. Cogí la bici como medio para despejarme después del confinamiento y, con algún altibajo, he logrado mantener un ritmo de entrenamientos. Tal como está el panorama, la opción de participar en alguna prueba sinceramente no la contemplo. Ya veremos si por septiembre/octubre hay alguna que se pueda celebrar y la ocupación laboral me deja ese fin de semana libre. Pero, por el momento, la verdad es que me encuentro realmente bien y la bici me está sirviendo para despejar la cabeza del día a día. Y no me hace falta más. Espero que, esta vez, cuando esté fino -si llego a estarlo- no se me quiten las ganas.