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SIN CADENA

Las calas de los pedales: Por qué se diferencian por colores

Uno de los primeros 'retos' de quien empieza en la bici es andar con los anclajes a los pedales. ¿Qué tipos distintos hay y qué significa cada color?

Las calas de los pedales: Por qué se diferencian por colores

En las primeras semanas posteriores al confinamiento, la bici ganó mucho protagonismo en la vida de gente que, hasta entonces, no había reparado en ella más allá de aprender a montar. Os puedo decir que varios amigos personales me pidieron si tenía “una bici que no uses” para dejársela y poder darse cuatro paseos. Y el caso es que alguno de ellos se ha enganchado… y el enganche implica también buscarse equipamiento.

Una de las primeras dudas que han tenido cuando he salido a dar una vuelta con ellos y me han visto con los pedales automáticos es si había mucha diferencia entre éstos y los normales. Al insistir varias veces en que sí, se han decidido a comprarse unos. Y, por su puesto, sus correspondientes zapatillas. Ahí les surgió una segunda duda. ¿Por qué las calas tienen varios colores?

Y me he acordado de que nunca os había hablado de esto aquí en el blog. Así que, por si hay algún lector o lectora que esté pensando iniciarse a la bici o que lo haya hecho en breve y también tenga esta duda, vamos a resolverla. El caso es que sí, amigos, existe un motivo por el que las calas de una bota ciclista tienen distintos colores. Y no es puramente estético. Os explico.

El color de la cala indica el nivel de movilidad que permite al pie una vez lo anclas al pedal. En mi caso siempre he usado Look, que tiene tres tipos: negras, grises y rojas. Las negras son fijas, es decir, una vez haces ‘clic’ con el pie en el pedal, éste queda fijo. ¿Ventaja? Que con ellas se aprovecha al máximo la potencia que se ejerce en cada pedalada, que para un pro está muy bien pero para los globeros gordos como el que os escribe tampoco es algo capital. ¿Inconveniente? Para los principiantes, se aumenta el riesgo de sufrir una caída de iniciación, que en realidad casi todos nos la hemos llevado en los primeros días. Cuesta más sacar el pie y en un momento de agobio donde tengas que frenar y echarlo a tierra puedes acabar por los suelos. Otro ‘contra’ de la cala negra, para mí, es que como estoy medio contrahecho me termina haciendo daño en los tendones de las rodillas, y a veces también me duelen las plantas de los pies cuando ya llevo mucho rato rodando.

Esto, no obstante, se puede ‘arreglar’ haciendo un estudio biomecánico antes de elegir las calas. Obviamente no con la intención de elegir unas u otras en función de lo que te diga el estudio, sino sobre todo porque si estás empezando en la bici te puede venir muy bien para fijar la postura óptima. Sobre todo por salud y prevenir lesiones posteriores que pueden aparecer a base de repetir una mala posición. Esto lo dejo como consejo general, y vuelvo a las calas.

Tenemos en segundo lugar, siempre hablando de Look, las grises. Éstas tienen un índice de movilidad media, de 4,5 grados. Y luego está también la roja, que es la que ofrece más flotabilidad con nueve grados. Por ejemplo, Shimano tiene otro sistema diferente, aunque también lo divide en tres colores: rojas (fijas), azules –intermedia, dos grados de movilidad- y las amarillas, con seis grados. Sinceramente, he usado Look desde que empecé a montar en bici de carretera a los 14 años, así que de las Shimano no opino porque no las conozco.

Personalmente –y esta recomendación os la vais a encontrar en más sitios que hablen de las calas, ya os aviso-, soy de grises. O sea, movilidad intermedia. ¿Por qué? Bueno, ya he explicado las limitaciones de las calas negras. Las rojas, para mí, te dan demasiado arco. Quizás para iniciarse están bien –yo empecé con ellas-, porque hace que el encaje del pedal no esté tan duro, así en un momento de tensión se puede sacar el pie más fácil para tocar tierra con él. También os digo que en mi primer día con calas rojas me caí, pero fue por otro asunto. Bueno, básicamente porque soy zurdo cerrado y por instinto bajé el pie izquierdo al suelo dejando la derecha encajada, pero con esa pierna no tenía control sobre la bici y se fue volcando, volcando… hasta que me la pegué. Estando parado. Yo solo. Así que si yo he logrado tener un blog de esto, vosotros podéis conseguir lo que os propongáis.

Otro problema, para mí, de las calas rojas fue que a veces cuando me ponía de pie en la bici y le quería meter fuerza a la pedalada se me salía el pie. Como el movimiento que te da es tan amplio, si tiras demasiado se te puede ir casi sin darte cuenta. Por suerte no hubo consecuencias, pero esto con las grises no me pasa. Además, las grises te dan la movilidad suficiente para poder darle cierto juego al pie y que no se fatigue ni se tensionen las rodillas, pero también te permite aprovechar razonablemente la pedalada. Creo que es donde la ecuación entre confort y rendimiento –que al fin y al cabo, como cicloturista creo que lo primero es más importante- resulta óptima. ¡Espero que os sirva!