Las marchas cicloturistas, entre dos aguas tras la pandemia
Con el regreso de la normalidad, algunas pruebas pueden salvar el 2020 con la misma fecha y formato de siempre mientras que otras buscan ofrecer seguridad
Los aficionados a las marchas cicloturistas y Gran Fondo se encuentran en una situación un tanto caótica, ahora que la normalidad va volviendo a nuestras vidas de una forma mucho más clara. Resulta curioso, pero a veces tiene uno la sensación de que los dos meses entre mediados de marzo y mediados de mayo pasaron hace ya mucho tiempo, cuando lo cierto es que se echa la vista atrás y son unas pocas semanas.
Con casi todo el país en fase 3 a excepción de las dos ciudades más grandes y el sur de Castilla y León, nos podemos ir moviendo de nuevo entre provincias y bastante gente se está empezando a plantear ya lo de retomar los retos que tenían por delante… mirando de reojo a lo que pueda venir en octubre si hay rebrote. Ahora estaríamos en semana previa a la QH, que finalmente deberá esperar hasta el 19 de septiembre. Pero aquellas que se iban a celebrar en pleno verano van viendo crecer las posibilidades de que, finalmente, se tome la salida cual si nada hubiera pasado.
Entre ellas, dos de las que más nombre tienen en nuestro calendario nacional son la Miguel Indurain y la Perico Delgado, que estaban previstas respectivamente para el 18 de julio y el 9 de agosto de este año. De momento todo apunta a que seguirán adelante como estaba previsto. Hace unos días, la Federación Navarra de Ciclismo daba a entender que julio será ya el primer mes que se desarrolle prácticamente íntegro. Por parte de la Perico, cierto es que Segovia sigue todavía en fase 2 pero faltan prácticamente ocho semanas hasta la fecha del evento.
Y mientras unas tienen, otras prefieren cambiar algunos criterios en el escenario de nueva normalidad. Es el caso, por ejemplo, de la Orbea Cadí Challenge. Una prueba de dos etapas que ha decidido darle un giro para encajar mejor en este escenario posterior a la pandemia. La organización se vio obligada a aplazar su celebración, que debería haber sido la semana pasada. Tras devolver el importe de la inscripción a todos los apuntados que lo han pedido, volverá a abrir inscripciones para la nueva fecha de celebración, que será el 29 y 30 de agosto.
Pero lo va a hacer reduciendo mucho la participación. La organización va a ofrecer sólo 100 dorsales para cumplir al máximo con todas las medidas para la realización de una prueba segura. Sí que se van a mantener las dos etapas, la primera con más de 3.000 metros positivos desde Guardiola de Berguedà hasta Bellver de Cerdanya (120 kilómetros y La Creueta como punto culmen antes de bajar) y la segunda ‘de regreso’ con 112 kilómetros de recorrido y un poco más amable. El Coll de Pradell será la mayor dificultad, aunque se sube por la cara suave.
Además, los organizadores van a ofrecer la posibilidad de participar sólo en uno de los dos días del fin de semana. Yo soy de los que piensan que en estas cosas es mejor hacer la gracia completa, pero ahí está la opción. En cualquier caso, no dejan de ser dos ejemplos del estado entre dos aguas en que se encuentra el cicloturismo en nuestro país –y, supongo, en el resto de países de nuestra zona por extensión- y cómo la evolución de las circunstancias va dando paso, por fin, a la normalidad. Que no es como la que había, pero sí mucho más de lo que tuvimos toda la primavera.