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SIN CADENA

Medio vacío o medio lleno a tres semanas de ponerme el dorsal

Mientras algunos números indican que las cosas no van bien, otros son mucho mejores. Si el conjunto es positivo o no, ya depende de la forma en que se interprete

Medio vacío o medio lleno a tres semanas de ponerme el dorsal

Quedan tres semanas para ponerme otra vez el dorsal a la espalda, y seguimos tratando de no parecer un indigente físico el día de la prueba. Dentro de que sé que no paso de ser un simple globero de poca monta y peor lustre, lo cierto es que mi yo deportista tiene algunas dudas de si estoy mejor o no que el año pasado. Hay señales que me dicen que sí, y otras cuentan que si lo de 2018 fue regulero tirando a una porquería, esto podría ser aún peor. Esas son las que espero que se equivoquen.

Por el lado negativo, el tema del peso. Sé que no hay que volverse locos con esto, pero a día de hoy no he bajado prácticamente nada pese a haber entrenado. Cierto que con la comida he sido un tanto permisivo. De hecho empecé a cuidar la alimentación ayer, día 1. Debo decir que no tengo, en general, una mala alimentación. Quizá me falte un poco más de verdura y me sobre algo de dulce, pero para ser un goloso ‘cum laude’ me controlo bastante bien. Ahora, pese a que las fechas no son las mejores, me he propuesto no caer en la tentación del chocolate hasta el mismo día 22 por la tarde. A partir de ahí no respondo.

El caso es que estoy, más o menos, 1,5 kilos por encima de lo que pesé el día de la prueba. Rondo en este momento los 90 justos, así que con lo que me queda por delante quiero creer que el día de la carrera estaré en los mismos números de 2018. Por sí mismo, también es verdad, esto no quiere decir nada. Vamos ahora con las cosas un poco más positivas, a ver si podemos ver el vaso medio lleno.

Hace 13 días hice parte de lo que será la subida final de la carrera, y he podido ver en Strava los resultados y tiempos de la subida. También tienen su parte mala y otra buena. La mala, que en la mitad dura del puerto hice casi dos minutos peor que el año pasado en la carrera. En realidad, no es mala del todo por el hecho de que hice la prueba con un mes por delante, y si no cometo los fallos del año pasado creo que sí tengo esos dos minutos de mejora en los días que quedan. Mañana, de hecho, la probaré otra vez a ver qué tal va la cosa justo dos semanas más tarde.

La parte buena fue que, una vez pasada esa mitad más dura de la subida, los tiempos en comparación con el año pasado fueron mejores. Llegué hasta un cruce en el que sale otra carretera hacia Árchez –como contaba en la entrada anterior- y en el último sector que reconoce Strava, que es dos kilómetros antes de ese sitio, ya estaba tres minutos y pico mejor que el día de la carrera. Por tanto, tal vez no sea tan complicado mejorar esos tiempos que hice.

Mejor sensación me dejó la última salida, donde pasé las tres horas para llegar a un puerto muy conocido que hace de frontera entre Málaga y Granada: las Ventas de Zafarraya, que aquí se le conoce como el ‘Boquete’ por la forma que hace el monte en su cima. Son algo más de 11 kilómetros a una media del 5,8% y, además, muy constante. Se mueve, de hecho, en el límite entre las pendientes en las que me puedo medio defender y en las que soy un absoluto negado. Siempre en torno al 6 o 7%, aunque con algunos picos más duros que rondan el 11%, pero luego vuelve a la pendiente media rápido. El caso es que fui más bien tranquilo, tratando de controlar el pulso y de llegar con algo de fuerza arriba, y cuando miré los tiempos hice, a mitad de puerto, apenas un 1’30” más que en mi mejor tiempo registrado por Strava, que es de hace cinco años.

Pero lo que más gracia me hace de todo es que las tres horas se me pasaron volando y me divertí sobre la bici y disfruté de subir –que para un llanero como yo ya es difícil- por primera vez desde hace muchísimo tiempo. Vamos a ver qué tal se dan las tres semanas que restan, pero por el momento hay una parte de mí que dice que todo va a ir mucho mejor que el año pasado, y sólo la báscula me indica lo contrario. Lo que peor llevo es mirar a otro lado cada vez que me encuentro la bombonera en el salón. Eso es así.