Flexibilidad: la gran olvidada en el mundo de la bicicleta
Pocos ciclistas -y menos cicloturistas- trabajan la elasticidad, una cualidad beneficiosa para el confort en la bici y la práctica saludable de nuestro deporte
Fuerza, explosividad, resistencia… son muchas las cualidades físicas que hay que entrenar en el ciclismo para conseguir un rendimiento adecuado. Y si somos muy de hacer marchas y ‘castigarnos’, pues también. Pero hay una gran olvidada en nuestro deporte, sobre todo a nivel aficionado, y ésa es la flexibilidad.
Por el tipo de movimiento muscular que predomina en el ciclismo -que es circular y repetitivo- tendemos a olvidarnos de la elasticidad cuando nos subimos a la ‘burra’. Sin embargo, desarrollar esta cualidad también trae beneficios a quienes practican el ciclismo de forma asidua.
Por ejemplo. Los que, además de darle a los pedales cuando el tiempo nos deja también acostumbramos a ver las carreras profesionales, podemos observar sin mucha dificultad el papel que juega la flexibilidad en una disciplina como la contrarreloj. Hay ciclistas que tienen la postura tan trabajada que su espalda parece, sencillamente, una tabla. Y, en cambio, hay otros que son enormes rodadores de pelotón, pero luego no son capaces de trasladarla a la crono. Efectivamente, la gran diferencia es que unos tienen más elasticidad que otros.
En lo que se refiere a la ‘vida diaria’ de un ciclista, esta cualidad influye mucho también de cara a la aerodinámica. Éste que os escribe es un tronco absoluto, por ejemplo. Con la flexibilidad más desarrollada, en momentos en que hay que agarrarse abajo del manillar para rodar, somos capaces de reducir mucho nuestra resistencia al viento. Pero eso sí: hay que tener en cuenta que en un cicloturista las ganancias son bastante limitadas. ¿Por qué? Pues porque se producen de forma exponencial y con relación directa con la velocidad. Es decir: mientras más rápido vayamos, más se nota el efecto de la aerodinámica. Es más: a menos de 35 por hora, los efectos son casi nulos.
También es verdad que hay tramos de las marchas, sobre todo las que son libres, en las que más de un ‘galgo’ se puede poner a rodar perfectamente a 40 y ahí sí que se nota, pero como digo no hay que obsesionarse con la ganancia deportiva. Para un cicloturista medio, en realidad se trata de ganar en confort y salud más que en el hecho de rendir mejor en nuestros entrenamientos o pruebas.
¿Comodidad por qué? Bueno, la mayor flexibilidad se refleja, básicamente, en una mayor adaptación a la bicicleta. Es decir: a más elasticidad en tus músculos, mejor vas a ir, e incluso podrás llevar el manillar más abajo sin sobreesfuerzo por tu parte. Eso hará, además, que nuestro cuerpo no tenga que usar otros grupos musculares para compensar lo que nos ‘falta’. Como consecuencia de esas compensaciones aparecen luego acortamientos y contracturas que nos pueden afectar tanto encima como abajo de la bici. Y lo mismo con ligamentos o articulaciones.
Para trabajarla, todos podríamos pensar en los estiramientos. Pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte, no pocos estudios han desmitificado un poco este tipo de ejercicios. Estirar tras el entrenamiento –con suavidad, sin partirse- elimina la tensión muscular, ayuda a relajar la musculatura, pero los últimos estudios limitan bastante su influencia en la mejora de la flexibilidad. Es preferible trabajar la fuerza con un entrenamiento funcional, con gomas y el peso del propio cuerpo, al estilo TRX, para ayudar a mejorar la flexibilidad. Nuestros músculos lo agradecerán, disfrutaremos más nuestro deporte y lo haremos de forma más saludable.
*Agradezco a Javier Sola, de Training4ll –preparador físico de deportistas- su disposición para resolver las dudas que me han despertado este artículo.