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El hijo de la Thatcher se pierde en el Dakar en 1982

Los tres estaban en perfectas condiciones. Tenían un aparato de radio, sabían del despliegue y nunca llegaron a sufrir verdadera inquietud.

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El hijo de la Thatcher se pierde en el Dakar en 1982

El París-Dakar celebró su quinta edición en 1982. Aquel año dio el gran salto de popularidad, cuando se perdió durante varios días el hijo de Margaret Thatcher, la Dama de Hierro.

Comenzó el 1 de enero, en París. El 2 llegó a Sète. Allí embarcó el 3 todo su ejército de 233 coches y 129 motos, y la etapa del día 4 ya se desarrolló por Argelia. Se trataba de recorrerla de arriba abajo para luego girar en ángulo recto a la derecha, atravesar Mali y luego Senegal, hasta desembocar en su capital, Dakar. Diez mil kilómetros.

No había GPS ni nada parecido. Ni tanto control de organización. Rutas vagamente prefijadas e instinto de navegación, fiándose del sol y las estrellas, como las antiguas caravanas, para buscar atajos.

La primera jornada de descanso llegó el día 10, en Gao, ya en Mali. Para entonces ya habían fallecido un motorista y una informadora. Allí se hace recuento serio por primera vez y se detecta que falta un ilustre: Mark Thatcher.

Mark Thatcher, de 28 años, que le dio no pocos disgustos a su célebre madre, presumía de buena comida, mejores compañías femeninas, colección de Rolex y ropa de seda china. Asesoraba a una revista erótica y a una marca de preservativos. Su pasión era el motor. Se formó en la escuela de pilotos de Brands Hatch. En 1979 fue rescatado de su coche en llamas en el circuito de Mallory Park, en Leicestershire. En 1980 se estrelló con estrépito en las 24 Horas de Le Mans. También alcanzó algún logro menor, como ser segundo en las 24 Horas de Suetterton.

Se inscribió para este Dakar con un Peugeot 504, junto a Anne Charlotte Verney como copiloto, y Claude Garney, mecánico.

En la jornada de descanso y reagrupamiento en Gao se les echa en falta. Un participante en moto, Michel Bosi, da la última referencia de ellos: los había visto dos días antes, entre Timeaouine y Tite, a unos 50 kilómetros de la ruta de referencia, con problemas en el eje trasero que estaban tratando de reparar.

El 11, mientras el rally se reanuda hacia Mopti, se difunde la noticia y se desata cascada de rumores y desmentidos. Se dice que les ha localizado un helicóptero, pero Thierry Sabine, el creador y organizador, lo niega. No dispone de ninguno, sólo tiene un avión. Pero tranquiliza: “Tienen agua y alimento para varios días”, asegura. Argelia ofrece su fuerza aérea, pero se le rechaza, lo que ofende a su primer ministro, Ahmed Abdelgani. Mitterand manda un Breguet y un Nord 2501. Como la organización es francesa, entiende que es obligación de su país buscarlo. Mantiene otro Breguet en alerta en Libreville, y uno más en Bretaña.

En pocas horas circula que han sido asaltados por una caravana de tuaregs. Luego, que les ha secuestrado el Frente Polisario, para llamar la atención mundial. El Frente Polisario lo niega y acusa a Marruecos de invento calumnioso. No falta quien insinúa que todo es un tongo, un efecto propagandístico urdido por el propio Sabine. Periódicos, radios y telediarios de todo el mundo se ocupan intensamente del caso.

Ese mismo día 11, Margaret Thatcher llora en una reunión con financieros y suspende luego una entrevista con el ministro de Exteriores húngaro. Su marido, Denis Thatcher, vuela a Tamanraset, en Argelia, el aeropuerto más cercano al último lugar en que fueron vistos. El 13 se acepta por fin el apoyo de la fuerza aérea argelina. Llega a haber hasta diez aparatos barriendo la zona por la que se perdió su pista.

Al fin, el día 15, un c-130 Hércules del ejército de Argelia les localiza. Están acampados, junto al coche, que se había vuelto a estropear cuando habían tomado el camino del macizo de Hoggar. Pronto llegan fuerzas argelinas a rescatarles que comentarán que el joven Thatcher estuvo altivo, sin expresar reconocimiento sino fastidio por la tardanza. Los tres estaban en perfectas condiciones, como tras varios días de acampada. Tenían un aparato de radio por el que escucharon todo, sabían del despliegue y nunca llegaron a sufrir verdadera inquietud.

Los tabloides británicos sacuden: “Millones de libras para rescatar a un play boy”. Se compara su figura con las de Coe y Ovett, nombrados por esos días Miembros del Imperio Británico.

El 20, la carrera rinde viaje en Dakar, con sólo 94 coches y 33 motos. Para entonces, el joven Thatcher está subastando su relato. Nada confirmó que hubiera sido algo fabricado para lanzar el rally, pero sirvió para aumentar mucho la popularidad del mismo. Tanto que en 1985 los que probaron suerte fueron Carolina de Mónaco y su esposo, Stefano Casiraghi, que dieron menos que hablar: en la segunda etapa volcó su camión y se retiraron.